domingo, 23 de agosto de 2009
“Uruguay quiere la verdad sobre su pasado”
Domingo 23 de agosto de 2009
Por Libio Pérez / La Nación Domingo
José Mujica, candidato presidencial del Frente Amplio
Fuente: http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20090822/pags/20090822222417.html
“Uruguay quiere la verdad sobre su pasado”
Este ex tupamaro es el favorito en las encuestas por la carrera presidencial que los uruguayos definen el próximo 25 de octubre. Ese mismo día los electores recibirán una papeleta aparte para decidir, con carácter de plebiscito, si los que viven fuera de Uruguay tendrán derecho a voto y si termina la ley de punto final que ha impedido investigar las violaciones de los derechos humanos durante la dictadura que gobernó hasta 1985.
A poco más de 60 días de las elecciones presidenciales de Uruguay, todas las encuestas indican que la "fórmula" presidencial del Frente Amplio lleva la ventaja hasta por diez puntos, pero que no son suficientes para ganar en primera vuelta.
El candidato a Presidente José "Pepe" Mujica estuvo el martes pasado en Santiago para reunirse con la Presidenta Michelle Bachelet y también para exponer ante los uruguayos residentes en Chile.
En ambas citas, el también senador estuvo acompañado del postulante a la vicepresidencia, el ex ministro Danilo Astori.
Ambos dirigentes fueron ministros del gobierno del Frente Amplio que encabeza el médico Tabaré Vázquez, el primero que ha tenido la izquierda en la historia de Uruguay y que desplazó a los tradicionales partidos Nacional y Colorado, que por décadas se turnaron en el poder, ello sin contar los años en que el pequeño país oriental estuvo bajo la dictadura militar.
Durante el gobierno de Vázquez, que termina en marzo, Mujica ocupó el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, desde donde elevó su ya alta popularidad; mientras Astori ocupó la cartera de Economía hasta el año pasado, cuando renunció para disputar la nominación presidencial del Frente Amplio.
En las primarias del Frente Amplio, en junio pasado, José Mujica logró el 53 por ciento de los votos, mientras Astori alcanzó el 38 por ciento de los sufragios.
El vencedor de la primaria ofreció a Astori integrarse a su lista y desde entonces están juntos haciendo campaña.
La dupla frenteamplista -que marca 45 por ciento en los sondeos electorales- enfrentará en octubre a las candidaturas del ex Presidente Luis Alberto Lacalle, postulante del Partido Nacional y segundo en las encuestas (35 por ciento); y al candidato del Partido Colorado, Pedro Bordaberry, que marca 10 por ciento en las mediciones.
Pero todo indica que el Frente Amplio y el Partido Nacional volverían a medirse en noviembre.
Junto a las elecciones presidenciales, también se renueva una parte del Parlamento bicameral, pero los uruguayos además recibirán otra papeleta para decidir, con carácter de plebiscito, dos asuntos relevantes: el derecho a voto a los uruguayos que viven fuera del país, unas 900 mil personas, la mayoría en Argentina; así como la anulación de la Ley de Caducidad que rige desde 1986 y que ha impedido investigar las violaciones de los derechos humanos cometidas por los militares entre 1973 y 1985.
CONTINUIDAD
En Santiago, Mujica y Astori enfatizaron que el eventual nuevo gobierno del Frente Amplio buscará profundizar "los importantes logros" de la administración de Tabaré Vázquez.
Mujica precisa que cuando el Frente Amplio asumió el gobierno en marzo del 2005, Uruguay tenía una deuda externa que llegaba al alarmante 100 por ciento del PIB y con casi el 31 por ciento de la población -de 3,2 millones de personas- viviendo en la pobreza.
Uruguay venía apenas reponiéndose del colapso de su economía ocurrido en el 2002 y de los tres años de recesión que siguieron tras el descalabro de la economía de Argentina, de la que dependía la tercera parte de su comercio.
En casi cuatro años de gobierno del Frente Amplio, la pobreza bajó once puntos y la indigencia -que marcaba 7 por ciento- a la mitad.
Las cifras resultaron del impulso de políticas públicas focalizadas que, entre otras cosas, permitieron la creación de 200 mil nuevos puestos de trabajo, y que derivaron en una reducción del desempleo que hoy marca 8 por ciento.
"Vamos por más, apoyándonos en lo que está hecho queremos redoblar la apuesta", dice el candidato presidencial, quien prevé que su eventual gobierno estará en condiciones de crear otros 200 mil nuevos empleos y bajar la pobreza en diez puntos más. Para eso "necesitamos crecimiento" que podría llegar a un 8 por ciento, vaticina, y aumentar la inversión hasta en un 19 por ciento. Mujica explica que en su programa "la igualdad" es un punto relevante y que ello se manifestará en profundizar la reforma de salud para llegar a una cobertura total del sistema público, además de aumentar la inversión en el desarrollo de la educación pública.
Mujica, uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, permaneció catorce años encarcelado junto a otros seis dirigentes guerrilleros.
Durante todos esos años estuvo incomunicado y el grupo fue conocido como los "rehenes", bajo permanente amenaza de muerte.
Desde entonces arrastra la popularidad y adhesión que despierta entre los uruguayos. Pero muchos dicen que no es sólo su historia, sino también sus sueños.
El candidato presidencial del Frente Amplio ocupa largos minutos en explicar que si Uruguay no invierte en la educación de su población, su país quedará a la zaga en la "era del conocimiento". Su gobierno, dice, hará un esfuerzo especial por "capacitar a la población para el futuro".
¿El modelo neozelandés? "Son macanas", dice en su estilo directo, Uruguay no tiene más camino que elevar la calidad de la educación, "incorporar más valor agregado a su gente", y dar un impulso irreversible a la integración, sobre todo a nivel regional, a través de fuertes inversiones que aproveche las costas uruguayas con una competitiva red de modernos puertos.
Mujica reitera una y otra vez que Uruguay es un pequeño país entre gigantes con los que tiene fronteras, por eso su interés en buscar alianzas regionales que abran nuevos mercados.
"Por eso podemos decir lo que nos parece, nadie podría pensar que queremos un imperialismo uruguayo", dice con un nada fingido buen humor.
-¿Cuál será el sello de su gobierno?
-Son tres patas; primero un impulso al desarrollo productivo y laboral; segundo, la lucha contra segmentos de marginación dura que debemos terminar, y, tercero, fortalecer el sistema educativo, que es por donde podemos aspirar a un mayor desarrollo del país. Es en la educación donde vamos a apostar con más fuerza.
-¿Cómo se desarrollará la política de integración de Uruguay?
-Esa es una lucha permanente, eterna, donde podemos avanzar pero también se puede fracasar; ahí está en juego nuestro destino futuro. Hasta ahora los proyectos de integración se han planteado con un gran defecto, como un negocio aduanero, como un problema de intercambios, como un problema exclusivamente económico. Parte de eso hay, pero no se ha tocado la necesidad de integrar la inteligencia, de juntar las universidades, los programas educativos, las culturas. Como se ha presentado la integración es demasiado fenicia. ¿Y qué pasa? Las asimetrías históricas de nuestras economías van a determinar que por muchos decenios tengamos que seguir vendiendo a cualquier parte del mundo. Necesitamos una integración más cultural, científica y técnica.
-Han surgido nuevas iniciativas, como Unasur, ¿qué valoración tiene de esos espacios?
-Es importante porque hay que explorar todos los caminos. Estamos en Mercosur y tenemos que dar pelota a Unasur. Hay que dar pelota a todos, porque donde nos juntamos los americanos tenemos problemas, pero no hay que desmoralizarse como tampoco idealizar que tendremos respuestas fácilmente, no hay que bajar los brazos ante las dificultades. La otra opción es seguir atomizados y así somos nada.
-En las elecciones de octubre también hay un plebiscito para derogar la Ley de Caducidad o "punto final", ¿por qué Uruguay coloca esto de nuevo en debate, si hace 23 años esa ley se impuso también en un plebiscito?
-Se retoma porque quedaron muchas investigaciones truncas y creemos que hay que hacerlas avanzar. Pero lo fundamental es la verdad histórica. Más que para la justicia, queremos buscar la verdad histórica. Los uruguayos queremos saber cómo fueron las cosas, queremos la verdad de cómo ocurrieron los atropellos de los derechos humanos.
-Si la ley de "punto final" es derogada, ¿su gobierno impulsará la instalación de una comisión investigadora, como se ha hecho en Chile, Sudáfrica o Perú?
-Sí, sin duda. A mí no me interesa la gente presa, me interesa la verdad. Porque la verdad es la forma superior de castigo para los que son responsables de los atropellos. Ya han pasado muchos años desde los hechos y detesto tener a ancianos presos.
-¿Qué cambió en Uruguay para que la Ley de Caducidad pueda ser derogada, la democracia uruguaya es más madura?
-Sí, antes había miedo, había miedo. Hoy Uruguay quiere la verdad sobre su pasado. Porque tampoco le podemos seguir contrabandeando una responsabilidad a los militares actuales algo que es carga de otros, eso es de nunca acabar. Por eso hay que investigar.
-¿Con esto Uruguay cerrará esta historia?
-A los militares hay que integrarlos y no tenerlos como unos parias, porque eso todavía pasa.
-¿Cómo fue el diálogo con la Presidenta Bachelet?
-Hablamos de los procesos que viven ambos países, sus escenarios electorales, hablamos de política. También de integración, de los procesos en curso y de las tensiones que vive el continente.
-¿Hay algún aspecto en particular de la relación con Chile que usted enfatice?
-Chile nos interesa porque favorece a las puntas de inserción de Uruguay. Nos importa la integración porque tenemos que cuidarnos del abrazo del oso, porque somos un país muy chiquito.
-¿Se refiere a Brasil y Argentina?
-Claro, son muy grandes.
-El Frente Amplio uruguayo es casi una excepción dentro de la izquierda latinoamericana, ¿cómo ha podido subsistir por más de 30 años?
-Porque es uruguayo y eso significa mucho. En Uruguay, los partidos tradicionales son frentes. Hay una cultura negociadora en política. Al interior de los partidos hay diferencias abismantes, pero sus miembros y dirigentes se quedan en ellos. Esa capacidad negociadora se ha transformado en una especie de acervo cultural. El Frente Amplio existe y ha perseverado porque todos somos capaces de ceder en algo cuando es necesario. Y esto cada vez está más cimentado, porque ahora tenemos generaciones de jóvenes que vienen de familias frentistas, que si se enojan con un sector se van a otro, pero siempre dentro del Frente Amplio. Tenemos un juego interno que nos da cohesión e impide la dispersión. Además los hechos demostraron que quienes se han apartado sucumbieron políticamente. Eso demuestra que la unidad, más que arriba, está abajo. Es decir, además de política, hay unidad social.
-Es muy emblemático para toda una generación que un tupamaro tenga la opción de ser el Presidente de Uruguay, ¿qué significado tiene eso?
-Debe tener algún significado, pero no me dedico a investigarlo. Esa es tarea para los politólogos.