viernes, 28 de agosto de 2009

CONVOCATORIA A LA CIUDADANÍA



COMISIÓN NACIONAL POR EL VOTO DE LAS URUGUAYAS Y LOS URUGUAYOS Y URUGUAYAS EN EL EXTERIOR

CONVOCATORIA A LA CIUDADANÍA


Señoras y señores,
estimados compatriotas,

Reunidos hoy aquí, en el Palacio Legislativo, ámbito natural de la expresión democrática de la soberanía de la nación, y en el marco de la celebración de un nuevo Aniversario de la Declaratoria de la Independencia Nacional, damos comienzo a la campaña nacional de cara al Plebiscito del próximo 25 de octubre de 2009, convocando a todas y todos los ciudadanos a respaldar votando SI, la reforma constitucional que garantiza el ejercicio del voto a las uruguayas y uruguayos en el exterior.

Esta iniciativa de reforma constitucional es la garantía necesaria para que todos los ciudadanos de la Republica puedan ejercer, sin importar en que parte del mundo se encuentren, un derecho fundamental en una democracia como es la expresión de la voluntad mediante el libre ejercicio del voto.

Es fundamentalmente el reconocimiento de una realidad incontrastable: el cambio profundo que ha tenido nuestro país en los últimos 50 años, en los que se ha transformado en un país estructuralmente de emigrantes, y es también, una respuesta.

Es por esta fuerte emigración que ha sufrido el país en las últimos décadas, asumida en su verdadera dimensión como un fenómeno de toda la sociedad uruguaya, que manifestamos hoy aquí, una clara expresión de la voluntad popular de establecer vínculos sólidos y permanentes con quienes se han ido del país, reconociendo en ellos una parte importante de nuestra comunidad nacional.

Los trabajos y estudios demográficos, en especial los realizados por las demógrafas Wanda Cabella y Adela Pellegrino demuestran fehacientemente que existen cerca de 600.000 uruguayos viviendo en el exterior.

En un mundo donde viven 6.000 millones de seres humanos, y donde los uruguayos apenas somos 4 millones -con el 15 % de la población del país fuera de sus fronteras-, proteger a todos sus ciudadanos y garantizarles la igualdad en el acceso y ejercicio de sus derechos, no solo es un imperativo ético sino también un necesidad en términos de desarrollo para el Uruguay.

Sería un profundo error histórico, social y económico darle la espalda a la diáspora uruguaya y no integrarla definitivamente a la sociedad toda en plenitud de derechos.
Después de los fenómenos de exclusión asociados a la pobreza y la marginación, la emigración es en importancia, la segunda gran fractura que ha golpeado a la sociedad uruguaya, y debe ser asumida como prioridad en el desarrollo de políticas públicas en el marco de un proyecto nacional, que conjugue e integre el aporte de todas y todos los uruguayos en beneficio del país.

El ejercicio pleno de los derechos de la ciudadanía por todas y todos, que reconozca las diversas realidades de nuestra sociedad entre las cuales está la emigración, es una condición indispensable en la construcción de mejores condiciones de vida y de relacionamiento entre todos nosotros como comunidad y como nación con un proyecto de futuro.

No está hoy en discusión si los uruguayos que viven en el exterior tienen o no derecho al voto. No solamente porque la Constitución Nacional establece con claridad que “todo ciudadano es miembro de la soberanía de la Nación; como tal es elector y elegible (…)”, y más precisamente, en su artículo 80 donde están las causales de suspensión de la ciudadanía, nada se dice sobre que ella se suspenda por el hecho de no vivir en el país. No está en discusión, porque siempre en las elecciones nacionales, y últimamente en mayor medida, miles de ciudadanos que viven en el exterior arriban al país para ejercer su derecho, y lo hacen sin problemas ni restricciones de ninguna naturaleza.

Sin embargo, la enorme mayoría de los uruguayos que viven en el exterior, porque no tienen los medios o no les permite la situación en que se encuentran, no están en condiciones de viajar a nuestro país y en consecuencia no pueden ni tienen la oportunidad de manifestar su voluntad, como si los hacen quienes tuvieron los medios para trasladarse.

Esta es una profunda discriminación en uno de los derechos fundamentales en una democracia como es el voto, y el Estado uruguayo no puede estar omiso ante esta flagrante violación de los derechos de estos ciudadanos. Otra cosa solo puede ser sostenida por quienes pretendan que votar sea tan solo un privilegio para algunos.
Más de setenta países en el mundo garantizan en la actualidad el voto a sus ciudadanos en el exterior y Uruguay no.

Nuestro país es uno de los pocos países del continente americano que no garantiza el ejercicio del derecho al voto de sus compatriotas en el exterior, a pesar del enorme porcentaje de su población que hoy se encuentra fuera de fronteras.

En particular, son precisamente los países marcados por fuertes fenómenos migratorios los que primero han establecido estos y otros mecanismos de vínculo con sus connacionales en el resto del mundo. España, Italia, Francia y el Estado de Israel son algunos ejemplos paradigmáticos de ello.

Uruguay tiene un rico historial en el campo de las reformas sociales y políticas. Nuestro Estado supo acompañar con ellas los cambios que fueron operándose en la sociedad. En nuestro mundo global, las grandes corrientes migratorias son un nuevo componente, cuyo peso adquiere una relevancia inusitada con el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones.

Esta realidad reclama las reformas políticas capaces de adaptar la democracia y los instrumentos participativos, a las nuevas circunstancias históricas. No hacerlo empobrece las perspectivas y las capacidades de nuestro país.
Estos hermanos orientales mantienen todo tipo de vínculos con el País: económicos, culturales, sociales, profesionales y comerciales. Hacen que sus hijos nacidos en el exterior tengan nuestra ciudadanía y crezcan con nuestros valores nacionales, valores de los cuales estamos todos orgullosos.
Existe, desde el Uruguay del Exterior, una participación ciudadana de hecho, que no está hoy correspondida con la garantía del ejercicio del más elemental de los derechos cívicos: EL VOTO.

Aprobando la posibilidad de este Plebiscito, el Parlamento Nacional, ha dado una respuesta clara al reclamo comprometido y persistente de miles de compatriotas, que a lo largo y ancho del mundo exigen sus derechos y la existencia de mecanismos efectivos para ejercerlos.

La reforma constitucional propuesta se plasma en el siguiente texto:

“Agréguese al artículo 77 de la Constitución el siguiente numeral: 13º.- Los ciudadanos uruguayos habilitados para votar tienen derecho a ejercer el sufragio en elecciones, plebiscitos o referéndum, desde cualquier país donde residan o se encuentren, por vía epistolar. Además de esa vía, la Corte Electoral podrá instrumentar otros procedimientos siempre que asegure que el sufragio se ejerza con las mismas garantías que en el territorio nacional. La Cote Electoral, bajo su más seria responsabilidad, se abocará, a partir de agosto de 2010 a instrumentar todos los aspectos necesarios para el ejercicio de este derecho, garantizando el acceso a las hojas de votación”

El mismo es meridianamente claro. Aventa toda duda respecto de la necesidad de mantener todas las garantías del sufragio. Si decenas de países entre los que se encuentran muchas de las democracias más sólidas y desarrolladas utilizan el voto epistolar entre otros mecanismos para permitir el voto de sus diásporas, estamos seguros que el Uruguay estará a la altura del desafío planteado.

Se ha argumentado, de forma claramente equivocada en nuestra opinión, que quienes no residen en el país no perciben los beneficios ni sufren los eventuales perjuicios que depara la elección de los sucesivos gobiernos. Esto no es así. En materia de padecimientos, les han tocado en carne propia las consecuencias de las políticas que aparejaron las dificultades económicas por las que se tuvieron que ir, y las eventuales limitaciones o posibilidades para volver. Tal es el sentimiento de una gran cantidad de nuestros compatriotas, que dependiendo hoy de su capacidad económica pueden venir, votar y decidir o no.

Todas y todos los uruguayos, desde cualquier lugar donde nos encontremos, podemos seguir aportando a la construcción de nuestro país, tanto económica, social como culturalmente y debemos integrarnos para juntos construir y definir qué Uruguay queremos en el Siglo XXI.

El proyecto de reforma se sostiene en una concepción de ciudadanía amplia, de igualdad e integral; amplia porque busca integrar a todos los ciudadanos a la vida política de la nación como lo marca la constitución; de igualdad, porque quiere que a todos los ciudadanos incluidos los que viven en el exterior, se les garantice sus derechos; integral, porque busca poner a todos los ciudadanos en condiciones de aportar social, económica y políticamente al desarrollo de la nación.

Este Plebiscito hace una propuesta que profundiza el sistema democrático uruguayo, equiparándolo a la casi totalidad de los sistemas de los países latinoamericanos y europeos que cuentan con voto desde el exterior, y evidencia la proyección de una política de Estado.

Es por estos motivos entre otros que la Comisión nacional por el voto de las uruguayas y los uruguayos en el exterior considera que este tema debe situarse por encima de las banderías de los partidos políticas y ser considerado política de Estado, pues su objeto es el fortalecimiento de la calidad de nuestra democracia.

Esta iniciativa constituye una nueva oportunidad para unirnos a los uruguayos, y reencontrarnos con los que están más lejos pero siempre están con nosotros.

Convocamos a todos y a todas, independientemente de la opción partidaria de cada ciudadano, a votar la papeleta blanca por el SI el próximo 25 de Octubre para que el Uruguay comience a construir su futuro con los 4 millones, recordando lo que nos decía Eduardo Galeano hace unas semanas atrás:
“No hay que olvidar que también hay que votar contra la mutilación del Uruguay, porque los uruguayos no somos sólo los que vivimos aquí”.

Muchas gracias.