"Nosotros los cantores tenemos que cantar lo que el pueblo siente. Y nos equivocamos muy a menudo, especialmente cuando nos sentimos vanguardia. No somos creadores, somos recreadores de lo que la gente siente y piensa". (Alfredo Zitarrosa).
Seguramente las 400 personas que presenciaron el décimo recital “Canta Alfredo Zitarrosa” se sintieron interpretados por esa sabia reflexión del cantautor uruguayo.
Cantar lo que el pueblo siente. De eso se trata. En la génesis de este homenaje, allá por marzo del 2001, se juntó apenas un puñado de personas (un centenar) que alcanzó para colmar el patio veraniego del Centro Cultural Chapaleofú. Concurrieron los zitarrosianos de alma. Los conocedores de una obra musical y poética distinta. Que no tienen por qué ser demasiados, ya que el género relacionado con la milonga, el canto surero, el folklore decidor y comprometido, no es un para nada masivo. Por eso, cuando hace muy poco murió Suma Paz, pocos se enteraron. Y el mismísimo don Atahualpa Yupanqui, grande entre los grandes a nivel universal, pasa casi desapercibido en los calendarios musicales del país. Si no fuera porque el escenario de Cosquín lleva su nombre y porque la exitosa Soledad inmortalizó la canción “A Don Ata”, de Mario Alvarez Quiroga, a esta altura el olvido se hubiera encargado de sepultar a una de las más grandes figuras de la composición folklórica de todos los tiempos.
Y ahí está entonces Zitarrosa. Que falleció hace 21 años pero que en Tandil revive cada mes de marzo. Por un milagro o por una magia muy especial, pero ocurre.
Y hasta se hace docencia entre la gente, entre unos y otros. Si antes eran cien, ahora son cuatrocientos. Y si esto prosigue, serán muchos más. Porque en este estilo musical hay un contagio de por medio. Porque quienes no conocían a don Alfredo, lo han conocido en los últimos años por el efecto multiplicador de un amigo, un padre, un sobrino.
“Un trabajo de militancia por la cultura”
Los organizadores sostuvieron que “hubiera sido una decepción si no hubiésemos obtenido una buena respuesta de público. Hacemos esto en defensa de la buena música. Las canciones de Zitarrosa, como las de don Yupanqui o Los Olimareños tienen un trasfondo social, reflexivo. Enseñan a pensar, a superarnos en la vida cotidiana inclusive. Si profundizamos en ‘Adagio a mi país’, veremos que no se trata de una letra triste, como algunos creen, sino que deja un mensaje social de mucho optimismo. Además es una obra literaria verdaderamente inmensa”.
Añadieron que “estos emprendimientos tienen, además, un valor didáctico, porque muchos jóvenes o no tanto, a quienes les llamó la atención esta cuestión del recital número 10, comenzaron a indagar en la figura de Zitarrosa. Si se llegó al décimo, algo tendrá este cantor para poseer tanta vigencia, se dijeron muchos. Y se arrimaron como nunca”.
Entre otros, Nito Franco y Carlos Mansilla, artistas y también pioneros de la iniciativa, expresaron que “desde aquel lejano 10 de marzo de 2001, cuando llevamos a cabo el primer encuentro, hemos dedicado mucho tiempo a la difusión de la obra de don Alfredo, en muchos casos boca a boca. Así logramos, en este décimo recital, la presencia de muchísima gente que nunca se había acercado antes y que descubrió recién ahora la belleza de la música y poesía de este gran cantautor. Sin duda que se trata de un trabajo militante, militancia por la música, por la cultura. Y vale la pena”.
El doctor Milton Trasante es uruguayo del barrio montevideano del Cordón, y reside en Tandil desde hace cerca de 20 años. Es el creador, además, junto a Walter Barboza (del barrio murguero de La Teja) de las Llamadas que aquí se realizan cada primero de enero desde 1994. Ha participado ininterrumpidamente en estos actos desde el primer encuentro. Para este décimo recital formó un nuevo grupo de candombe y se presentó acompañando a los cantantes Carlos Mansilla (Tandil) y Leo Silva (Montevideo). Pero también trabajó, como lo hace habitualmente, en la organización. “Como uruguayo -dijo- no tengo palabras para expresar mi alegría y orgullo por formar parte de este grupo que lleva a cabo este homenaje en Tandil y que realmente, cuando comenzó, nadie imaginó que llegaríamos al décimo y con cada vez más gente que concurre, se retira muy feliz de la sala y nos agradece infinitamente por haberlo organizado”.
Los artistas
Antes de que la locutora oficial del recital, Andrea Rossetti, realizase la presentación del acto, antes incluso de las palabras de bienvenida de Néstor Dipaola, Nito Franco se paró en el escenario y acompañado por las guitarras de Carlos Mansilla y Diego Cicopiedi, empezó a recitar las “Palabras para el amigo”, de Julio César Castro (Juceca). “Alfredo Zitarrosa agarró, y se murió. A los pájaros se le murió Zitarrosa. A la milonga y al dolor. A la guitarra. A los boliches. (…) Pero si alguna noche jugando un truco allá en el celestial, el Señor te canta una flor con cuarenta y ocho, vos... cantale una milonga, Alfredo, para que vaya aprendiendo lo que son milagros”.
Después cantaron Carlos Mansilla, Vidoro Casco, Miguel Duré, Leo Silva. Estos dos últimos, uruguayos ya conocidos por nuestro público. El grupo de candombe de Trasante volvió a lucirse acompañando a los cantantes y “El violín de Becho” con la voz de Mansilla y el violín de Leo Ventura mantuvo en vilo a la platea. Los cantantes orientales, con el acostumbrado nivel. Pero Duré esta vez estuvo acompañado por un cuarteto musical de excepción, dirigido por el también uruguayo Alfredo Bogarín. Un lujo.
Párrafo aparte para el Ballet Mayor de la Peña El Cielito. Demostraron ante el público de Tandil por qué han regresado de tantos lugares con primeros premios en reiterados certámenes festivaleros. Mostraron su estilo magistral en tango y luego en folklore con los temas zitarrosianos “Zamba por vos” y el gato “Del cardal”.
Un espectáculo que siempre es distinto porque cada año crece en creatividad y en calidad.
28 dem marzo 2010. Fuente:
http://www.lavozdetandil.com.ar/ampliar_nota.php?id_n=14639