Por Alberto Couriel |*|
Dos meses del gobierno del presidente José Mujica han mostrado cambios significativos en el orden interno y en el internacional. En el ámbito nacional se destaca nítidamente su actitud de búsqueda de unidad nacional. Los acuerdos políticos, entre todos los partidos con representación parlamentaria, para la integración de los Entes Autónomos y Servicios Descentralizados constituyen un cambio relevante en el relacionamiento político nacional e inédito desde la creación del Frente Amplio. A ello se agregan los avances en materia programática en seguridad, energía, medio ambiente y educación, y la integración multipartidaria para recibir el fallo de La Haya.
En el plano internacional Mujica tiene cercanía histórica con varios presidentes de la región. En estos días, se destacan sus reuniones con Evo Morales para recibir el gas boliviano, con Cristina Fernández de Kirchner y con Luis Ignacio Lula da Silva. Las relaciones de poder y el relacionamiento político son centrales en las relaciones internacionales y en los procesos de integración. Por ello, la voluntad política es esencial en los procesos de integración. El origen del Mercosur, en la década del 80, centrado en los acuerdos Alfonsín-Sarney, deriva de previos acuerdos militares entre ambos países que zanjaron sus diferencias históricas. Inclusive el auge del Mercosur, entre 1994 y 1998, es consecuencia de decisiones políticas. En efecto la ley de convertibilidad en Argentina, el plan real en Brasil y la política de atraso cambiario en Uruguay, confluyeron para que se perdiera competitividad con la extrarregión y se profundizaran los intercambios comerciales entre los países del Mercosur.
En distinta posición se ubican los economistas ortodoxos, para los cuales la intervención del Estado distorsiona el libre juego del mercado y afecta la óptima asignación de recursos. Ellos proclaman que el libre juego del mercado y el sector privado resuelven todos los problemas económicos y sociales. Por ello estuvieron en contra de la creación del Mercosur, pero no tenían fuerza y estaban limitados en sus críticas, porque afectaba acuerdos político-comerciales como el Pec y el Cauce, que favorecían claramente a Uruguay. Cuando surgen problemas en los últimos años con el Mercosur resurgen sus posiciones ideológicas y profundizan sus críticas sobre el proceso de integración.
En la realidad no existe el libre juego del mercado y especialmente no existe la libertad de comercio en el plano internacional. Las políticas de los países desarrollados se ubican en el centro de las interferencias y distorsiones que influyen sobre las relaciones comerciales y los precios internacionales.
Entre estas políticas destacan los subsidios a las exportaciones agrícolas, las ayudas internas a los productores rurales, las cuotas, las prohibiciones, los picos y la progresividad arancelaria y medidas antidumping utilizadas como mecanismos proteccionistas. Los acuerdos comerciales no están exentos de política. No hay integración, inclusive si es sólo comercial, sin política. La crisis financiera de 2008, iniciada en EEUU, y la crisis actual de Grecia derrumbaron los mitos del neoliberalismo y de la ortodoxia económica y obligaron a una muy fuerte intervención del Estado y por lo tanto de la política de los países desarrollados.
Las últimas crisis internacionales marcan algunos cambios en las relaciones de poder en el campo internacional. Vivimos una etapa de alta presencia de las empresas trasnacionales, de un fuerte poder financiero debilitado por las últimas crisis y un proceso de gran velocidad en innovaciones tecnológicas que también influyen en las relaciones de poder. Analizado por bloque de países, EEUU mantiene el predominio en materia militar y comunicacional. Mantiene influencia en el campo financiero en la medida que no existe un centro financiero que sustituya al de Nueva York e inclusive tampoco una moneda con capacidad de sustituir el predominio del dólar. La Unión Europea sufre una declinación estructural por su debilidad militar, económica e inclusive política e ideológica, agravada por la crisis actual de Grecia, que está afectando al euro. En este contexto, surgen potencias emergentes, especialmente en el plano comercial, como China e India, que en buena medida explican el dinamismo comercial de los últimos años y tuvieron un papel protagónico en las dificultades para cerrar la Ronda de Doha. En el plano regional, es muy relevante la presencia de Brasil, que aspira a jugar globalmente, con muy fuerte presencia de Lula da Silva y que integra el bloque denominado BRIC, compuesto por Brasil, Rusia, China e India. En las relaciones internacionales juegan los intereses económicos pero no podemos olvidar las interrelaciones políticas. Si no lo hacemos no entenderemos la existencia del "eje del mal" en la época de Bush, el bloqueo a Cuba por parte de EEUU, que está por cumplir 50 años, la operación milagro de Cuba en varios países de la región o las condiciones financieras que nos otorga Venezuela en la compra de petróleo.
Con esta situación internacional Uruguay no puede quedar aislado. No puede prescindir de su ubicación geográfica, ni de su historia ni de su cultura. Por eso nos sentimos profundamente sudamericanos y latinoamericanos. Por ello nos sentimos mercosurianos. La unidad es imprescindible para la construcción del futuro y para ganar poder de negociación frente a los países desarrollados.
Mujica aprovecha su buen relacionamiento con Argentina y Brasil para ir resolviendo las diferencias existentes. Después del fallo de La Haya acompaña el consenso existente en la designación de Kirchner a la Unasur. Busca un nuevo relacionamiento que permita avanzar en el dragado de Martín García, la navegabilidad del río Uruguay, que se avance para solucionar las restricciones comerciales que impone Argentina con sus licencias de importación, rebajar el costo del peaje del gas proveniente de Bolivia y, por supuesto, terminar con el absurdo corte del puente San Martín, que viola el Tratado de Asunción, que obliga al libre tránsito de personas y mercancías. Con su buen relacionamiento político con Brasil, acepta que no corresponden las normas sanitarias para las importaciones de pollos impuestas por Uruguay. Ello abre el acceso al mercado brasileño de diversos rubros que sufrían restricciones, como leche en polvo y productos del reino animal. Recibe el apoyo de Brasil para un puerto mercosuriano de aguas profundas en La Paloma y la posibilidad de recibir inversiones directas provenientes de empresas brasileñas en diversos rubros.
En el Mercosur hay intereses económicos y diversos problemas. Pero Brasil es el principal comprador de Uruguay. No todos los mercados son iguales. Al Mercosur le vendemos alrededor de 3.000 millones de dólares en bienes y servicios. De las exportaciones de Uruguay al Mercosur el 38 % tiene contenido tecnológico. A los otros países sólo el 14 %. Esto es demostrativo de que el Mercosur no es un fracaso. El futuro de la inserción internacional deberá basarse en rubros con mayor valor agregado y con mayor contenido tecnológico.
Con Paraguay tenemos problema con el doble cobro del arancel externo común. Hay asimetrías naturales, que se agravan en la medida que en el tratado de creación no se aceptó el concepto de menor desarrollo relativo. La creación del Focem mitiga en parte esta situación, que deberá ser contemplada con la complementariedad productiva. Hay problemas institucionales, normas que no se aplican, restricciones de acceso al mercado que ocurren en todos los procesos de integración. Mujica está haciendo un gran esfuerzo de conciencia política de que todo es desde y con el Mercosur. Es por la vía política que se requiere avanzar en conciencia regional e identidad regional. Ello requiere también agregar a los acuerdos políticos una pata cultural de reafirmación ética, de solidaridad, de elementos emocionales y de esperanza para alcanzar el desarrollo nacional y regional.
|*| Senador por la 609-FA, economista
Fuente: http://www.larepublica.com.uy/contratapa/409932-la-politica-las-relaciones-internacionales-y-la-integracion