martes, 21 de diciembre de 2010

Uruguay y su repetido endeudamiento interno


Por Carlos Santiago (*)

¿Cómo resolver una situación en que el responsable principal es un estado de cosas, algo eufórico, en qué mucha gente cree que puede endeudarse en niveles crecientes, de la que el gobierno parece sentirse desvinculado?

El tema de los deudores en dólares o en pesos es un proceso que en un marco de crecimiento acelerado, en el que los ingresos mejoran, no se ha convertido en un problema. Sin embargo, sin ingresar a vestirnos con el repaje de agoreros, ¿qué pasaría si el viento de la economía mundial se modificara?




Recordemos lo ocurrido luego de la devaluación del 2002 - en que el presidente Jorge Batlle y su escudero Alberto Bensión, sostuvieron cosas tan peregrinas como que la cotización de la divisa no se dispararía y que sería el fiel reflejo de la libertad de mercado en el marco del juego de la oferta y la demanda lo que fue uno de los factores que desencadenaron el problema.

Contrariamente a sus predicciones, en pocos días, el dólar había saltado el cien por ciento de su cotización, determinando que las deudas en divisas comenzaran a multiplicarse, convirtiéndose en impagables. Pero la devaluación no fue lo único que ocurrió en el país: a ese cambio de las reglas del juego cambiario se sumaron las consecuencias de los más de cuatro años de recesión que se acumulaban para esa fecha provocando un gigantesco empobrecimiento de los uruguayos agobiados además por la voracidad fiscal que multiplicó el peso, en distintas etapas, del famoso Impuesto a las Retribuciones Personales.(IRP), al tratarse de asalariados y que determinó, junto a la aplicación de decenas de nuevos impuestos, una catastrófica caída del mercado interno.

A ello no fue ajeno, tampoco, el incesante incremento de las tarifas, porque el Estado salvajemente dependiente dejó desplomar sobre la población el costo de su crisis, haciendo pagar a los uruguayos sus carencias, pérdidas, clientelismos, incapacidades e ineficiencias.

Claro que tenían razón quienes, al no estar endeudados, reclamaron que los coletazos de las soluciones que se arbitraron para el endeudamiento, no los afectaran. Por supuesto que quienes tuvieron una actitud moderada y no se dejaron llevar por las palabras del oficialismo gobernante, que aconsejaban endeudarse en dólares, se sintieron victimizadas por una solución para quienes, más allá de la realidad que se vivió en ese momento, se hipnotizaron por los cantos de sirena o - como también ocurrió - resolvieron, por otras razones, endeudarse en dólares para adquirir bienes de distinta índole. Cantos de sirena de quienes impulsaban y lo siguen haciendo, desde todos los ángulos, el mecanismo atroz del consumismo.





Son los mismos criterios ideológicos, aprendidos de la participación de larguísimas prédicas de adoctrinamiento que siguen manteniendo que las patronales (cuando más del 95% de las empresas uruguayas son del porte mediano y pequeño) son la representación del capitalismo más salvaje y se sigue pregonando el mantenimiento en manos del Estado de algunas empresas públicas qué, en razón de mecanismos perversos, logran transferir a los usuarios de sus servicios costos que superan mucho la de los países del continente. ¿Son necesarios ejemplos para confirmarlo?

El año 2010, que está ya en sus postrimerías, ha sido rico en ritmos de inversiones extranjeras que favorecen al país. Sin ellas no habrá más trabajo para los uiruguayos , a dicho y repetido el hoy vicepresidente de la República, Danilo Astori, afirmación que también a tomado el presidente Mujica que no se cansa en reiterarla. Sin embargo, siempre hay peros en los procesos, porque muchos responsables de empresas con alto nivel de inclusión de mano de obra, como las armadores de vehículos, se encuentran preocupadas por la creciente conflictividad. ¿

Por supuesto que todo ese dinero ha sido invertido en el progreso del país, lo que ha determinado el crecimiento de la mano de obra y, por supuesto, un abatimiento de la pobreza (pese a que la marginación dura sigue presente y, por la falta de políticas de integración, lo que se hace más que evidente) Uruguay está viviendo una situación interesante con menos de 7 puntos de la Población Económicamente Activa desocupada, tasa que ya quisieran tener países desarrollados del primer mundo.

Pero esa ventura no implica que se tire manteca al techo. Ya en una nota anterior tratábamos de manejar el tema del desarrollo y el crecimiento. Si bien los índices de crecimiento de nuestro PBI muestran avances récords (este año, según CEPAL, Uruguay crecerá alrededor del 9%, solo superado en el continente por Paraguay con un glorioso 9,7%), el país no muestra un desarrollo acelerado porcentual a la mejoría de ese cómputo. Por ello algunos, repasando nuestra historia, se preguntan como hacían nuestros antepasados de principios de siglo para construir obras notables como la rambla de Montevideo, el Palacio Legislativo y apuntalar un desarrollo arquitectónico privado que muestra en la ciudad cantidad de ejemplos de notable valor.

Hoy crecemos en los índices pero no nos desarrollamos. El país se encuentra congelado en algunos rubros, como la producción de energía, en que recién ahora UTE parece querer salir de un larguísimo letargo en que hizo pagar a la población sus métodos vetustos y carísimos de producir energía por el sistema térmico. Un verdadero horror de derroche para un país esencialmente pobre en que buena parte del ingreso se iba en combustible fósil que se quemaba.

Veremos ahora como saldremos adelante de todo un panorama en que siempre las empresas públicas le hicieron pagar a la gente sus deficiencias y horrores de política empresarial


(*) Periodista.

fuente:http://www.bitacora.com.uy/noticia_3443_1.html