martes, 13 de octubre de 2009

"Apoyé la decisión de Pedro, aunque la vida familiar se trastocó"

María José Oribe. "Sólo lo veo en los actos"


MAGDALENA CABRERA

María José Oribe y Pedro Bordaberry se conocieron en una "cita a ciegas". Hoy, cuando están próximos a celebrar las bodas de plata, se han hecho "cada vez más compañeros, incluso, a pesar de la política".

"Cuando mi marido me planteó la posibilidad de presentarse como precandidato, hace como un año y medio, lo pensé con él… Era un cambio importante", afirma María José Oribe de Bordaberry, la más joven de las esposas de los candidatos presidenciales y la que posee menos experiencia en campañas políticas.

"Nunca se me ocurrió disuadirlo de esa idea", añade. "Él lo tomaba como una responsabilidad, sentía que era la persona que podía ayudar a recuperar al Partido Colorado. Y como muchas cosas de la vida, necesitaba el apoyo de la pareja".

Psicoterapeuta de profesión, casada desde hace 24 años con Pedro Bordaberry, María José cree que el spot publicitario en el que aparece Hugo De León dándole instrucciones a "los coloraditos" sobre cómo armar la estrategia para alcanzar las mejores posiciones en el Parlamento, encarna la manera en que su marido visualiza la vida y la política.

Gran deportista desde sus años de niñez, Bordaberry no abandonó nunca la práctica del ejercicio y éste le dejó una impronta inconfundible. Incursionó en el fútbol, el rugby, el básquetbol, el golf, la paleta y el tenis. Hoy, por una cuestión de edad y de exigencias, se limita a correr por la playa en compañía de sus perros como una manera de combatir el stress.

De todos los deportes, el que más lo marcó fue el rugby, asegura María José. "Una de las cosas que él más valora de este deporte es que no es tan individualista como el fútbol, donde sólo se destaca el que juega bien. El rugby es un deporte de equipo, cada uno tiene su lugar. Es un trabajo entre todos".

Es esta "noción de esfuerzo, de sacrificio, de que cada uno es bueno en su puesto y de valorar las cualidades en la diversidad", la que Bordaberry trasladó a la política y a su familia.

LA PAREJA. En el matrimonio Bordaberry-Oribe, el equipo y la complementación son parte del juego de todos los días. Pedro y María José se conocieron en una cita a ciegas organizada por una prima que estaba de novia con un primo de él. "Fuimos a bailar a Zum Zum, una discoteca de moda en aquellos años", cuenta ella, que entonces tenía 20 años, uno menos que Pedro. "Salimos un par de veces, luego quedamos un tiempo en la nada, después nos volvimos a encontrar, y ahí nos ennoviamos". Tras cuatro años y medio de noviazgo, se casaron el 20 de diciembre de 1985. Hoy tienen tres hijos: Pedro (22), Agustín (20) y Matías (17).

Si bien ella siempre fue muy familiera y defiende a capa y espada estos espacios, él desde un principio se caracterizó por "hacer muchas cosas" y a veces relegar estos momentos. No obstante, con el paso del tiempo "Pedro aprendió a darle más importancia a la familia". Como contrapartida, él le enseñó a ella a "pelear por lo que uno quiere".

Bordaberry es una persona "muy inteligente, con una capacidad de trabajo impresionante y muy tesonero. Cuando está convencido de algo es incansable, se entusiasma, se rompe todo y contagia a los demás". Si sus correligionarios supieron sacar ventaja de este liderazgo, mucho más lo hizo María José.

El crecimiento de los hijos les ha ayudado a encontrar más tiempo para la pareja.

"En estos últimos años nos hemos hecho cada vez más compañeros, incluso, a pesar de la política", afirma.

En estos días de campaña lo que María José más extraña es el cine y la cena de los viernes, "una cita sagrada", que ha quedado relegada.

"¡Hace tanto que no voy al cine!… Me gusta mucho Woody Allen, antes íbamos todos los viernes. Ahora, si salgo de noche, es para acompañarlo a algún acto".

LOS HIJOS. Mientras que ella supo manejarse muy bien con los chicos cuando eran niños, ahora es él quien se siente "muy cómodo siendo papá de varones mayores".

Y como a los chicos no se les escapa una, ya tienen claro que para conseguir las cosas "la tienen más fácil con el padre. Podrá no tener plata para él, pero para los hijos siempre tiene. Es muy generoso", destaca su esposa, al tiempo que asegura que la hija mujer no es un tema que les haya quedado pendiente. "No sé cómo hubiera sido papá de mujeres", acota.

Pedro, Agustín y Matías también funcionan como un equipo. Los dos más grandes se llevan 20 meses y "siempre fueron como mellizos". A Matías, el más chico, le resultó difícil romper ese bloque, "pero con el tiempo ha sabido encontrar su lugar".

María José no puede esconder que la ausencia del jefe de familia en casa alteró la rutina del hogar. La campaña "supone un sacrificio", admite.

"Pensé que a los chicos les iba a costar más. Cada tanto los sondeo un poco, pero están contentos". Ninguno de ellos está involucrado en la política, pero el apoyo moral al padre está y no falta nunca un "Andá para delante".

EL PADRE. María José asegura que su esposo no conversa mucho de política con su padre, Juan María Bordaberry, entre otras cosas porque no tiene mucho tiempo. No obstante, manifiesta que todos los episodios difíciles vividos por su familia han ayudado al candidato a "remar contra la corriente y no darse por vencido en un montón de cosas".

"Si la orilla vale la pena, no importa si la corriente va en contra, dice él".


El País Digital


fuente:http://www.elpais.com.uy/091013/pnacio-447618/politica/-apoye-la-decision-de-pedro-aunque-la-vida-familiar-se-trastoco-