domingo, 27 de junio de 2010
Uruguayos: podemos
Por Jorge Pasculli - Periodista
Más allá de la inmensa alegría que para todos los uruguayos viene siendo la tremenda campaña de la celeste en el Mundial, esto nos está haciendo un profundo bien a la sociedad en general y a cada uno de nosotros.
El fútbol siempre ha sido de una enorme importancia para los uruguayos. Tuvimos
grandes éxitos internacionales como las olimpíadas de 1924 y 1928, los Mundiales del 30, del 50 y hasta el del 54 que llegamos muy cerca.
En ellos demostramos que era un deporte en el que nos sentíamos como pez en el agua, cuando aún buena parte de los países del mundo que hoy existen y participan ni siquiera existían. Pero en aquel fútbol fuimos maestros, con nuestro propio estilo: una defensa abigarrada y tenaz y un contragolpe veloz y mortífero.
Y mucha lucha, mucha entrega, mucha audacia para jugarle y ganarle a cualquiera donde fuera. La "garra" ganó fama hacia fuera y orgullo hacia adentro.
Cuando "la Suiza de América" dejó de existir y el mundo creció después de las dos grandes guerras, ya no quedaban muchos espacios donde pudiéramos distinguirnos como país, salvo los 11 contra 11 del fútbol. Pero sólo pudimos destacarnos a nivel de clubes en América y el mundo, o a nivel de selección en sudamericanos. A nivel de mundiales todo quedó en la historia, recordando cada 16 de julio y en aquel cuarto puesto de 1970 que primero criticamos por poco y que con el paso del tiempo quedó como la única referencia "decorosa". Muchas veces quedamos eliminados y ni siquiera fuimos a los mundiales, y cuando fuimos no pasábamos de la primera fase. Con escasas victorias y goles. No importaba que tuviésemos muchos futbolistas jugando a nivel europeo, cuando nos juntábamos con la celeste no lográbamos conformar un buen juego de equipo, eficaz, tenaz, que nos entusiasmara. Juntábamos sí mucha gente, mucha juventud que cada eliminatoria seguía la celeste y llenaba el Centenario, siendo en varios torneos el país que más entradas vendía a pesar de la falta de resultados importantes.
Todo esas frustraciones fueron acumulando el convencimiento consciente e inconsciente que ya no podíamos volver a aquellas hazañas mundiales, que el mundo había cambiado para mejor y nosotros para peor. Una sensación muy fea, muy paralizante para las nuevas generaciones que frente a las quejas de los mayores hasta empezaban a aborrecer los
éxitos de antaño. Esto sumado al resto de las cosas que pasaban en el país: falta de trabajo, falta de perspectivas para los jóvenes, años de dictadura y represión, llevaron a cientos de miles a emigrar, a sentir que en el "paisito" querido no había oportunidades, "había que irse".
Pasaron muchos años y un día este pueblo
volvió a mostrarle al mundo (y a sí mismo) su valor, su coraje, su dignidad, encajándole un "no" rotundo en las urnas a las intenciones continuistas de la dictadura de perpetuarse en el poder con permiso constitucional.
En 1984, tras una larga y valerosa resistencia, cae la dictadura, se liberan los presos, empiezan a volver los que tuvieron que irse del país exilados.
En 2004, por primera vez el pueblo confía sus destinos a la izquierda. Algo que parecía muy lejano décadas atrás.
"Este es un país de viejos retrógrados y siempre va a ganar la derecha", decían muchos jóvenes de distintas generaciones. Para sorpresa de muchos el país no sólo no entra en crisis, sino que crece con el gobierno de Tabaré y del FA. Crece la producción, crece el trabajo, crece el salario, a empleadas domésticas y trabajadores rurales por primera vez se les reconocen sus derechos laborales, se combate a la indigencia y a la pobreza. Impactamos al mundo con el revolucionario Plan Ceibal, una computadora-un niño, y cuando la crisis golpeó a la mayoría de los países del mundo, el nuestro siguió creciendo.
El pueblo volvió a confiar a la izquierda un segundo gobierno conducido por el Pepe Mujica. Un ex guerrillero, tan auténtico y valiente como desmelenado en su aspecto exterior. El mundo nos mira con simpatía y admiración. Diferentes entidades mundiales, el FMI, el Banco Mundial, la Unesco resaltan los logros que a diferentes niveles va conquistando el país, a nivel económico, laboral, de salud, vivienda, educación, combate a la indigencia y la pobreza, oportunidades.
No sólo algunos miles de extranjeros comienzan a venirse a vivir aquí, sino que la crisis mundial por un lado y la situación del país por otro, hacen que casi 100 familias uruguayas por mes estén volviendo para felicidad de todos sus familiares.
Por supuesto que tenemos todavía muchos problemas. Pero tenemos, desde hace años, la certeza y la convicción de que estamos trabajando para combatir todo eso. Aquí se ha generado una mística de lucha, de trabajo, de esfuerzo. Todo eso forma parte de nuestro patrimonio. De un patrimonio que venimos consiguiendo con mucho esfuerzo, pero con decoro, con esmero, con dignidad. Y eso muchos jóvenes lo perciben, lo sienten, lo llevan a cabo en sus propias vidas.
Esas actitudes son las que hemos visto en este seleccionado y son las que nos han llevado a identificarnos con ellos, más allá de que no fue una eliminatoria brillante. Estos muchachos son auténticos, entregados, sencillos, no se la creen, buena gente, buenos compañeros, que siguen teniendo el corazón de los muchachos de barrio que se ponen la celeste, pero que han sabido adaptarse al mundo, donde compiten con éxito. Hoy han formado un muy buen grupo.
Con un técnico con una actitud sobria, respetuosa, de silencioso trabajo, que nos enorgullece cuando así habla ante el mundo.
Por todo lo anterior que el país ha logrado valoramos mucho más lo que estos muchachos ya han hecho. Ojalá sigan adelante. Pero lo que han conquistado ha sido por méritos bien uruguayos. De los que nos sentimos bien orgullosos porque los reconocemos como nuestros y eso nos da más confianza.
Porque queremos un país de sana y esforzada alegría: uruguayos, podemos.
La Republica