A 37 años. Testimonios de Matilde, Braulio, Galeano, Leiva, Pereda, Legnani y Nieto
Los 37 años del golpe de Estado constituyeron el estribo para que uruguayos que estuvieron exiliados relataran los años transcurridos fuera del país. Braulio López escribirá un libro sobre su prisión en Argentina y Galeano criticó que no prosperara el voto epistolar en el plebiscito.
Emotiva cita con la historia reciente de nuestro país.
La palabra exilio proviene del latín exilium y es la separación de una persona de la tierra en la que vive. En la antigua Grecia se condenaban al exilio a las personas políticamente sospechosas o peligrosas para la seguridad de la ciudad-estado.
No se las privaba de sus bienes, directamente se las desterraban como la peor de las condenas. Los romanos penaban con el exilio los delitos de traición, envenenamiento y el incendio provocado.
Podría llegar a decirse que el exilio se inicia con Adán y Eva cuando ambos fueron expulsados del paraíso terrenal por cometer el mayor de los pecados. El exilio como castigo divino.
En nuestro país, desde Artigas hasta acá, muchos fueron los exilios que la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara baja pretendió ayer ilustrar en un conjunto de relatos de un reducido grupo de uruguayos de las más diversas disciplinas sociales: activistas políticos, músicos, escritores, periodistas e ilustres uruguayos anónimos que en el peor momento de sus vidas padecieron el exilio. O dicho esto último al revés, que es lo mismo. "A 37 años del golpe de Estado, la dictadura desde la óptica del exilio" era el título de este ciclo de reflexión que propuso la Comisión parlamentaria para este año y que en cada oportunidad que se recuerda la caída de las instituciones cambia. Los expositores en esta oportunidad fueron la ex legisladora Matilde Rodríguez de Gutiérrez Ruiz, Ricardo Leiva, Eduardo Galeano, Adriana Pereda, Raúl Legnani, Luis Nieto y Braulio López. Cada uno de ellos y a su manera contó la experiencia vivida. Todos los relatos tuvieron un denominador común: la nostalgia que provoca el desarraigo.
Alfredo Zitarrosa, el último de los artistas uruguayos en exiliarse y el primero en regresar al país, confesó una vez que el exilio provoca nostalgia y que eso es peligroso porque al final uno se acostumbra a la nostalgia al punto que llega a depender de ella para sobrevivir.
Tanto los tangueros como Federico Chopin, añorando su Polonia natal, demostraban mucho tiempo antes que eso es verdad.
La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Diputados, Daniela Payssé, leyó el poema "Pero vengo", de Mario Benedetti, como marco de los relatos que ayer se escucharon. "Más de una vez me siento expulsado y con ganas de volver al exilio que me expulsa y entonces me parece que ya no pertenezco a ningún sitio, a nadie", dice la creación en su primer párrafo.
Por su parte Braulio López confesó: "Vengo a cantar porque no sé hablar", tomó la guitarra y desgranó un estilo que decía "Llevo de la tierra en que nací una lucecita que prendí pa' alumbrar los corazones".
El olimareño relató a este diario que ha gestionado, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, toda la información que de él se tenga en la embajada uruguaya en Argentina "(porque) pienso escribir un libro".
En el vecino país estuvo desde 1976 a 1977, fue preso en el penal de Devoto y confesó que desde aquella oportunidad no pudo volver a tocar la guitarra como antes porque alguien le quebró un dedo de la mano que lleva al diapasón.