lunes, 30 de enero de 2012

Uruguay. Salvaje y natural

Fuente: La Capital de Argentina.




Las costas uruguayas tienen un abanico de posibilidades para los amantes de la playa, el sol y el mar. Desde tranquilas aguas en Atlántida hasta las furiosas de Punta del Diablo, pasando por las más cálidas de Piriápolis y las azules y bravías de La Pedrera. Luego de disfrutar a pleno de las jornadas de sol, se pueden combinar paseos por verdaderas reservas naturales, tours de compras o simplemente sumergirse en la rica historia charrúa donde portugueses, españoles y británicos pugnaban por sus tierras.



Atlántida.

Partiendo en auto o en bus desde Montevideo a solo 45 kilómetros por la ruta Interbalnearia se puede llegar a Atlántida, ciudad balnearia elegida por muchos montevideanos que en busca de tranquilidad han establecido sus residencias, algunas de veraneo, luego muchas de éstas se transformaron en viviendas permanentes.

Sus amplias playas rodeadas de barrancas con una frondosa vegetación son el marco ideal para unos días de descanso en familia, contemplando las mansas aguas que, si bien aun son el estuario de Río de la Plata, tienen toda la actitud del mar, ya que no sólo tiene baja y pleamar sino que además el agua es salada. En lo alto de la barranca se eleva al cielo el guila, una extraña construcción con forma de cabeza de águila, debajo de ella salía antiguamente un barco de concreto, que debe su existencia al millonario napolitano Natalio Michelizzi, quien solía leer, pintar y recibir amigos en ese lugar. Años después, la estructura del barco cayó a causa de la erosión provocada por las aguas.

El guila se mantiene y está abierta a los visitantes que podrán escuchar historias de intrigas y conspiraciones en tiempos de la 2º Guerra Mundial, contadas por los agentes de turismo municipales que atienden el lugar.

Piriápolis.

Siguiendo por la interbalnearia y a 98 kilómetros de Montevideo, un aventurero y audaz comerciante llamado Framcisco Píria, creó hacia el 1800 la ciudad que hoy se conoce como Piriápolis, una bahía encantadora con aguas claras y tranquilas donde las personas que entran al mar comprueban que el desnivel del terreno es poco pronunciado, ideal para que los niños jueguen en la orilla sin la preocupación latente de los padres por las olas y la profundidad.

La ciudad tiene un interesante puerto deportivo y pesquero que surte diariamente a los restaurantes de los frutos que el mar les brinda. Es común encontrar en las cartas de estos establecimientos, platillos exquisitos y muy bien elaborados, desde paellas y cazuelas de mariscos hasta apetitosas corvinas a las brasas.

Para acompañar estas comidas cuentan con vinos uruguayos que año a año, y gracias al esmero de sus hacedores, son cada vez mejores; y por supuesto, no faltan el tradicional malbec argentino o carmener chileno y blancos de las tres naciones.


La linea urbana de la ciudad frente al mar es en general baja, se erige clásico e imponente el Hotel Argentino. Un edificio revolucionario para su época "Belle Epoque" y el cual se mantiene en perfecto estado de conservación, también construido por Francisco Píria en el año 1930. Hoy funciona en la modalidad Spa Resort y tiene 300 habitaciones disponibles para quienes deseen renovarse y combatir el estrés.


Laguna de Rocha.


La laguna de Rocha es una suerte de gran fuente de escasa profundidad separada del mar por una barrera arenosa. Se formó producto de la elevación del nivel del mar durante los últimos 6.000 a 8.000 años. Tiene una profundidad promedio de 0,6 metro, siendo su profundidad máxima de 1,4 metro.

  Debido a los fuertes oleajes marinos y a fallas en la barrera que separa a la laguna del mar, periódicamente el agua dulce se mezcla con la salada proveniente del océano Atlántico, cambiando el nivel de concentración de sal en la laguna e influenciando las condiciones biológicas. La laguna es conocida por su riqueza y abundancia en peces, cangrejos y moluscos. Producto de esto muchas aves como los cisnes de cuello negro se dan cita para alimentarse.

  Más de 200 especies de aves de reproducción y migratorias, incluyendo especies amenazadas como el flamenco chileno, la gaviota cangrejera y la monjita dominicana, se hospedan en esta laguna, por lo que se ha convertido en un paraíso para los aficionados al avistaje de aves. En la costa arenosa es posible encontrar sapitos de Darwin, animal característico de las zonas costeras uruguayas, hoy restringido a las áreas naturales. También se pueden ver lobos de río, nutrias de gran porte, carpinchos y zorros.

La Pedrera.

A pocos kilómetros de La Paloma, una pequeña localidad de pescadores, con playas de arena blanda y mar furioso, fue objeto de deseo por parte de quienes prefirieron alejarse del ruido y la aglomeración que en teoría suponía Punta del Este. La Pedrera, con sólo 200 habitantes estables, ha sufrido una gran transformación en los últimos cinco años, donde ahora se pueden apreciar grandes casas de veraneo de capitales argentinos. Sobre un acantilado rocoso, llamado Punta Rubia, se asientan bares y restaurantes frente al mar que ofrecen al turismo una variada gastronomía gourmet elaborada con pescados y mariscos.

  El lugar ofrece un gran balcón a orillas del océano, ideal para disfrutar de las hermosas panorámicas que forman el mar y el horizonte. Sus anchas playas como El Deseado, con una pequeña bahía entre las rocas, son ideales para disfrutar en familia. La playa del Barco tiene un marcado perfil más juvenil, donde los surfers permanecen largas horas en el agua disfrutando de las olas.

  El clima es sumamente agradable, la brisa marina está presente siempre, pero nunca llega a incomodar a quienes quieren disfrutar de un día de playa en este pequeño y muy exclusivo pueblito a orillas del mar.


Fuerte San Miguel.

Es muy común que quienes veranean en las playas del departamento Rocha se acerquen al Chuy por la gran variedad de artículos libres de impuestos que ofrecen los Free Shops instalados en esta localidad fronteriza con Brasil. A pocos kilómetros de esta población se erige el Fuerte San Miguel, digno de visitar de regreso a casa.

  Esta fortificación fue construida en 1737 en el Cerro de San Miguel los portugueses, es un pequeño fortín levantado con piedras del lugar como puesto de observación, cuyas paredes reflejan hoy las idas y venidas de la ocupación portuguesa y española, sumada a los intereses británicos en la banda oriental del Uruguay.

  Luego de la Independencia uruguaya en 1828, el fuerte fue desactivado y abandonado, convirtiéndose en una ruina por la acción del tiempo y la falta de reparaciones. Hoy, restaurado íntegramente, es una interesante pieza arquitectónica que junto con Colonia del Sacramento fueron lugares claves en las diversas y constantes ocupaciones e invasiones que estas tierras sufrieron en épocas de la Colonia.


Punta del Diablo.

La localidad de Punta del Diablo es una pequeña villa de pescadores, con playas verdaderamente paradisíacas, reconvertida en los últimos tiempos en punto turístico, producto de fuertes inversiones extranjeras en hospedajes y residencias. Este nuevo rumbo busca un equilibrio con las antiguas practicas productivas de los lugareños, con lo cual es posible apreciar la actividad de los pescadores antes y después de adentrarse al océano.

  Desde sus peñones rocosos que desafían al mar, se ve el poblado que se extiende entre los médanos, cuya transformación es muy notoria pero a la vez armónica y para nada asfixiante. Las construcciones se suceden con diversidad de estilos muy cuidados. •



Sentirse como en casa

Cada vez más turistas eligen Uruguay para vacacionar, y el país responde con mayores beneficios y posibilidades para sus visitantes. Las políticas de Estado que Uruguay lleva adelante están dando sus frutos, como el Plan Nacional de Turismo Sostenible, que augura una alta ocupación rompiendo la estacionalidad y por consecuencia, buena rentabilidad a quienes han invertido en el negocio inmobiliario seducidos por los beneficios fiscales que el gobierno uruguayo ha implementado.

  El “turismo residencial” se ha incrementado notablemente en los últimos años, los destinos uruguayos ofrecen gran diversidad de opciones, tanto para los que quieren adquirir inmuebles y obtener una renta, como para los integrantes de un mercado más refinado y de alto poder adquisitivo que lo utiliza sólo para uso particular. De acuerdo a consultas realizadas a ambos lados del rio Uruguay, cada vez son más santafesinos, cordobeses, entrerrianos y de otras provincias del interior los que se han volcado a invertir capitales en emprendimientos inmobiliarios orientales. Las razones son simples y concretas: tener el segundo hogar en un país seguro y previsible, obtener una buena rentabilidad o simplemente un buen pasar, pero en todos los casos guardan la privacidad necesaria, garantizan la seguridad en todos los niveles posibles y lo que es más importante respetan las reglas de juego.

Los precios. En relación al tema de los precios de la temporada, el director nacional de Turismo, Benjamín Liberoff, consideró que “es un tema de relación entre calidad y precio. Cualquiera que se siente en la plaza San Marcos de Venecia a tomar un café sabe que ese café no vale lo mismo que en la esquina de un bar en Roma. Eso también nos pasa aquí, hay un problema de costo-oportunidad, de temporada y de calidad del servicio que se brinda, ahí es donde tenemos que poner el acento. Uruguay invierte en la actualidad más de nueve millones de dólares en la promoción turística para captar a los visitantes, el turismo implica entre el 6 y 7 por ciento del PBI oriental y el 8 % de la mano de obra activa. Son más de 150.000 personas que se relacionan con el turismo. No es posible que se nos cuestione por precios exorbitantes, más si se miden en relación con la calidad de lo que se ofrece”, señaló.

 En el Mercado del Puerto de Montevideo, un menú de entrada, carne, bebidas cuesta aproximadamente 115 pesos. Una cena en Virazón, frente al puerto de Punta del Este, con entrada, pescados y sushi como plato principal, bebida y café, cuesta 150 pesos por persona. En Piriápolis, el Argentino Hotel trabaja con tarifas de 98 dólares con desayuno, piscinas climatizadas, gimnasio, sauna y demás servicios incluidos, además un matrimonio tiene el derecho a un menor de 12 años sin cargo. Es decir que una familia de tres paga 196 dólares por día. En ese mismo hotel se sirve pensión completa con bufé de fríos libre, plato caliente y postre por 100 pesos. Un tostado cuesta 25 pesos, una coca 15 pesos, un café 12 pesos, un licuado 25 pesos, una cerveza 20 pesos y una pizzetta 30 pesos.
(Ricardo Terán. Especial para La Capital)