domingo, 20 de marzo de 2011

Resguardan restos del primer asentamiento colonial en el Río de la Plata

Un arqueólogo trabaja con los restos humanos del primer asentamiento colonial en el Río de la Plata.

Los hallazgos se encontraban casi a nivel de la superficie
Los arqueólogos que afirman haber encontrado el primer asentamiento colonial en el Río de la Plata comenzaron las labores de conservación de los restos.

DOLORES, URUGUAY (19/MAR/2011).- Los arqueólogos uruguayos que afirman haber hallado el primer asentamiento colonial en el Río de la Plata comenzaron hoy a encapsular y trasladar a un lugar seguro varios restos fúnebres descubiertos casi a nivel de superficie para evitar su deterioro por factores ambientales.

"Estamos en una etapa de diagnóstico y de prospección, no estamos hablando de excavación todavía, pero tenemos que dar solución a la conservación de algunos restos funerarios, que el agua y la intemperie están deteriorando", dijo Alejo Cordero, al frente del grupo de expertos.

La preservación de los bloques de tierra y huesos requirió de la elaboración de una cápsula de yeso para trasladarlos hasta la ciudad de Dolores, la población más cercana, a más de 250 kilómetros de Montevideo.

El sitio en el que el explorador italiano Sebastián Gaboto fijó supuestamente el fuerte San Salvador en 1527, se encuentra a orillas del río del mismo nombre, casi a la altura de su desembocadura en el río Uruguay y cerca de la confluencia con el Paraná.

Gracias al hallazgo fortuito de un buzo aficionado, los arqueólogos descubrieron en enero pasado bajo las aguas del San Salvador los restos de una nave del siglo XVI, entre ellos una munición de cañón, clavos y varias cerámicas de la estiba del barco.

Sabedores de que en la zona podría hallarse el fuerte San Salvador, exploraron la costa, donde dieron con el asentamiento en el que Gaboto, al servicio de la corona española, dejó durante dos años un par de embarcaciones y varios hombres para recorrer río arriba el Paraná en busca de la plata de Potosí.

Desde 1529, cuando el aventurero italiano y sus hombres regresaron a España, hasta 1574 el fuerte permaneció abandonado. Ese año Juan Ortiz de Zárate fundó la Ciudad Zaratina de San Salvador, que también tuvo una corta vida.

Hasta el momento han sido localizados dos enterramientos, uno prehispánico y otro todavía indefinido, pero existen otros dos y los expertos están convencidos de que podría haber "hasta una decena", indicó Aparicio Arcaus, otro de los arqueólogos.

Uno de los enterramientos es primario, es decir, se mantiene como lo sepultaron originalmente, y podría corresponder a grupos indígenas que poblaron aquel lugar antes de la llegada de los españoles porque contiene ajuares funerarios, como cerámica y una boleadora (arma arrojadiza para capturar al ganado).

Según Cordero, dependiente de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Nación, la zona "es un sitio de ocupación recurrente" desde al menos el año mil de nuestra era.

El otro enterramiento es de tipo secundario, pues el cráneo está en el centro y los huesos al costado. "El individuo una vez que murió fue puesto de una forma y sus restos removidos y enterrados de nuevo de otra", explicó Arcaus.

Existen versiones de que un capitán de Francisco de Pizarro, el conquistador de Perú, acabó sus días en San Salvador tras cruzar el continente, remarcó Cordero, quien admite no tener pruebas para corroborar la coincidencia.

Tampoco se puede asegurar que los restos sean posteriores a la llegada de Gaboto, aunque la prueba del carbono 14 aclarará las dudas.

Por ahora en el museo de Dolores se va a realizar una "microexcavación" de los bloques de tierra y huesos para obtener más información.

La ubicación del sitio en un terreno ligeramente elevado, de seis metros de cota frente a los dos de los predios colindantes, permite divisar el paso de embarcaciones por el Río Uruguay, a unos tres kilómetros de distancia.

Esa posición aventajada daba a la expedición de Gaboto "el control de las vías de entrada al continente", sostiene Arcaus, quien justifica la ausencia por ahora de estructuras en pie por los materiales con que se construyó el asentamiento.

"El hecho de llamarse fuerte no implicaba grandes construcciones", eran precarias, de adobe, de terrón, con techos de paja y cercados por una empalizada o una muralla de elementos orgánicos.