jueves, 16 de julio de 2009

NACIONAL 2 - 1 DEFENSOR

Tras cinco finales contra Defensor, llegó a seis uruguayos en 10 años
EDWARD PIÑÓN

Sí, se concretó. Pasó lo que se presumía iba a ocurrir. No tenía otro destino. Nacional es el campeón uruguayo. Y lo es por méritos propios. Por haber dominado, como lo hizo a lo largo de las otras finales, a Defensor Sporting.

Nacional es el campeón. Y levantó la copa porque jugó para hacerlo. Porque tuvo la rebeldía suficiente para afrontar circunstancias complicadas en estas finales, como las dos expulsiones en las primeras batallas.
Nacional es el campeón. Dio la vuelta olímpica porque sus hombres siempre tuvieron un poquito más que los violetas. Si hasta ayer mismo, en la noche que a los del Parque Rodó no le servía otra cosa que ganar, la actitud de los tricolores fue más fuerte. Más firme.

Nacional es campeón. Porque no se descansó en la ventaja que había obtenido en la segunda tanda de partidos finales, cuando pegó primero. Ayer el equipo de Gerardo Pelusso no especuló. Por el contrario, presionó, encerró a los muchachos de Da Silva.

Lo acribilló por la derecha con las interminables subidas de Álvaro Fernández. Con la picardía de Nicolás Lodeiro para utilizar todo el frente de la cancha y con la vivacidad con la que respondieron todos los jugadores.
Nacional es el campeón. Por el enorme dominio que tuvo Óscar Javier Morales en todo el campo. Lo de "OJ" fue sencillamente impresionante. Se robó balones que parecían imposibles de recuperar. Apareció para llevarse todos los intentos de los "tuertos" y así fue construyendo una solidez que magulló el ánimo de todos y cada uno de los rivales.

Quizás con menor impacto visual que lo que sucedió con el gol de Mauricio Victorino, pero mucho más incisivo en el trámite del partido.
Con una máquina destructora en el mediocampo, Nacional jugó suelto. Con tranquilidad. Se consolidó también por la forma en la que el "Morro" García complicó a los zagueros. Y por la facilidad con la que pudo elaborar el juego.
Defensor Sporting recién reaccionó, para convertir al partido de ayer en la mejor de las cinco finales, después que Álvaro Navarro metiera la igualdad.
El 1-1 fue el mejor incentivo para que se viera buen fútbol. Para que el partido ganara en vértigo y para que uno y otro se tiraran con todo el armamento que tenían guardado.

Fue ataque por ataque. Fue jugada de peligro por jugada de alto riesgo. Lo pudo desnivelar Defensor Sporting, pero allá en el fondo Nacional volvió a contar con otro hombre clave. Porque Rodrigo Muñoz respondió. Si hasta en el propio gol de Navarro había tenido antes una estupenda atajada contra De Souza.
Pero la propia actitud violeta de aceptar el reto de jugar al todo o nada lo puso a caminar por un hilo finito y en medio de un enorme precipicio. Porque la cancha se agrandó tanto, los espacios fueron tan marcados, que Nacional se hizo cada vez más incisivo. Cada vez más agresivo con su oponente.
Además, el ingreso de "Matute" Morales le permitió a Lodeiro tener un socio para ensayar mejor el "tuya y mía" y así el partido se convirtió en una especie de "electro shock" para los dos.
Hasta que tanto buen toque, tanta generosidad para fabricar jugadas tuvo la máxima recompensa. Y con el golazo de Lodeiro se acrecentó la interminable fiesta de las tribunas.
Ya nadie dudaba que se había bajado la cortina al partido y a las finales.
Fue el remate perfecto para los tricolores. Cinco finales y ni una sola perdida. Cinco combates que siempre lo tuvieron como protagonista, porque en pocos pasajes de los partidos el conjunto de los Céspedes perdió las riendas.
Y ayer se concretó lo que se preveía. Porque después del triunfo alcanzado el domingo por 2-1, habiendo dado vuelta el resultado, no se tejían dudas sobre lo que podía pasar anoche.


La fiesta fue otra vez para el tricolor, que así se confirma como el rey de la década, porque desde el 2000 en adelante se llevó para sus vitrinas seis uruguayos.