martes, 25 de enero de 2011
Indocumentados en EE.UU. sufren en su vida amorosa la falta de papeles
Ilegales. Se sienten culpables y sus parejas se ven como privilegiadas
LOS ÁNGELES | AP
En Estados Unidos la condición de indocumentado afecta no solo las posibilidades laborales y de labrarse un futuro, sino también las relaciones entre la las personas, incluidos los vínculos románticos.
Laura Enríquez quería que su novio conociese Alaska, de modo que cuando visitó los glaciares le sacó fotos a una imagen de su novio con un fondo de nieve blanca. Ocurre que el novio fue a Estados Unidos con sus padres cuando era niño y no tiene papeles, por lo que no puede correr el riesgo de hacer un viaje como ese.
En los dos últimos años la pareja afrontó varias situaciones en las que hubo que tomar medidas especiales por la condición de indocumentado del novio. Por ejemplo, ella maneja y con frecuencia paga porque, por más que tenga un título universitario, al novio le cuesta conseguir trabajo al no tener papeles.
En las universidades, los indocumentados enfrentan numerosas barreras sociales siempre que se pide una identificación con foto, como una licencia de conducir. No pueden participar en salidas que impliquen viajes por carreteras (por temor a ser detenidos por la policía), ni ir a bares, ni volar en avión. Esto dificulta las relaciones amistosas y también las posibilidades románticas.
Nancy Guarneros, estudiante de posgrado de 23 años, recuerda lo emocionada que estaba cuando su novio le anunció una salida especial, hasta que el joven le dijo que irían a cierto club nocturno. Ella entró en estado de pánico.
"¿Cómo se te ocurre llevarme a un sitio donde pedirán una identificación?", pensó la muchacha, según relató en un reciente encuentro de estudiantes en Los Ángeles para hablar de los problemas que enfrentan los indocumentados en las relaciones amorosas.
No está claro cuántas parejas jóvenes encaran situaciones similares. Los investigadores dicen que es difícil determinarlo, pero que la cifra seguramente aumentó ahora que los hijos de los indocumentados llegados en la década de 1990 andan por los 20 años.
La década del 90 fue la que recibió más indocumentados, unos 4,5 millones, según un estudio del Centro Hispano Pew. Los que vinieron siendo niños son hoy adolescentes o veinteañeros y les resulta más difícil regularizar su situación casándose, al endurecerse las leyes de inmigración.
Los investigadores creen que las universidades son los lugares donde es más posible que un indocumentado comience una relación romántica con una persona con papales, ya sea ciudadana o residente legal, pues en esos ámbitos se fomenta un ambiente más abierto y abundan los indocumentados asimilados a la cultura estadounidense.
Hay muchos jóvenes veinteañeros que llegaron al país de niños, hablan perfecto inglés y están totalmente insertados.
Muchos crecen sin siquiera saber que son indocumentados. Se enteran al cumplir los 16 años, cuando quieren sacar una licencia de conducir y descubren que no pueden hacerlo por no tener papeles.
"Viven como estadounidenses. Ven Barney y los Power Rangers. Van a las fiestas de graduación de la secundaria. Hacen todo lo que hacen los chicos estadounidenses", expresó Roberto Gonzales, profesor de Sociología de la Universidad de Washington.
"Cuando llegan a los 16, 17, 18 años chocan con la realidad y descubren que no pueden manejarse como gente común", dijo Gonzales.
En 2010, muchos de esos estudiantes participaron en manifestaciones a favor del Dream Act, una legislación que le hubiese permitido regularizar su situación inmigratoria a cientos de miles de personas menores de 30 años que llegaron al país antes de cumplir los 16 años, vivieron allí por al menos cinco años y completaron la secundaria, u obtuvieron un título equivalente, se enrolaron en las Fuerzas Armadas o asisten a la universidad. La legislación, que fue descartada en el Senado, era vista como un primer paso a la legalización de entre 10 y 12 millones de indocumentados.
BARRERAS. Asuntos como la amistad y los romances pueden parecer triviales, pero no para los adolescentes y estudiantes universitarios que luchan por insertarse en la sociedad.
Los jóvenes que descubren que son indocumentados a menudo se enfurecen o sufren depresiones. De repente, se enteran de que su país no es realmente suyo y de que no pueden encontrar trabajo, según Carola Suárez Orozco, profesora de Psicología Aplicada y codirectora de Estudios de Inmigración en la Universidad de Nueva York.
Conseguir una educación y un buen trabajo son su prioridad, pero también aspiran a tener una vida social normal.
Para un hombre, iniciar noviazgos no resulta fácil si no puede manejar o no tiene dinero para una salida en vista de que no consigue trabajo.
A menudo, los indocumentados no son bien vistos por las familias de sus novios o novias, que piensan que lo único que buscan es regularizar su estado por medio del casamiento.
"Es una situación muy incómoda", manifestó Erick Huerta, estudiante universitario de 26 años de Los Ángeles. "En mi última relación, mi ex me contó que la madre le dijo `Mija, ten cuidado porque esa gente lo único que quiere es sacar los papeles", relató Huerta.
Por otra parte, los que salen con indocumentados tienen que sobrellevar la carga que representa el saber que en cualquier momento sus parejas pueden ser deportadas.
Ambos están consumidos por la culpa: los ciudadanos, porque se sienten privilegiados, los indocumentados por la carga que llevan. Y la carga aumenta cuando terminan la universidad y deben enfrentar el mundo real.
El casamiento con un ciudadano o ciudadana era visto como una solución al problema de los papeles. Pero en la actualidad, muchos indocumentados deben regresar a sus países de origen y permanecer allí diez años antes de recibir permiso para regresar, a menos que consigan alguna exención.
Enríquez dice que su novio le hizo una promesa: no se casarán hasta que no consiga la residencia, así ella puede estar segura de que lo hace por amor.
Eso le sienta bien a ella, que no tiene ningún afán por ir al altar. Pero le gustaría poder viajar con su novio, como las demás parejas. Por ahora, debe contentarse con mostrarle las fotos de sus viajes, incluida la que tomó con una foto de él en los glaciares de Alaska.
La cifra
12 Son los millones de indocumentados en Estados Unidos que se favorecerían con la ley Dream Act, que no se aprobó.
El País Digital