domingo, 9 de enero de 2011
EN 10 AÑOS, URUGUAY PERDIÓ POR EMIGRACIÓN A 145.802 HABITANTES
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La cifra impresiona: 145.802 uruguayos que partieron del aeropuerto de Carrasco y no regresaron, presumiblemente afincados en el exterior. Por dar un dato comparativo, la población actual del departamento de Maldonado se estima, según el Instituto Nacional de Estadística, en 140.000 personas. Los datos disponibles hasta setiembre de 2010, publicados por la Dirección Nacional de Migración del Ministerio del Interior, señalan que el fenómeno no ha cesado pese a las difíciles condiciones económicas en los países de destino, ya que en esos nueve meses la pérdida poblacional alcanza a las 15.475 personas.
El problema demográfico es uno de los primeros que deben tenerse en cuenta en cualquier análisis sobre el futuro de un país como Uruguay, con muy bajas tasas de natalidad y la aún vigente sangría de la emigración. De allí que convenga mantenerse alerta ante cualquier cambio en los registros migratorios, que así resultan de primera importancia para valorar un problema nacional. En estos días, que suelen ser de balance, han surgido algunos datos comparativos valiosos que tienen que ver con una parte del tema, que es el equilibrio migratorio.
Y de los últimos datos resulta que, de enero a setiembre de 2010, la Dirección Nacional de Migración había registrado el egreso por el Aeropuerto de Carrasco de 274.401 uruguayos y residentes legales en el país, mientras que en el mismo período ingresaron por esa terminal aérea 258.926 nacionales y residentes. En base a esta información resulta que la pérdida poblacional del período es de 15.475 personas.
Este dato -y otros que se manejarán hoy en estas columnas- surgen de la página oficial de la Dirección Nacional de Migración en internet, cuyas estadísticas difieren con otras informaciones publicadas recientemente y que tuvieron su origen en el ámbito académico.
Sin dudas que cuantificar la migración sobre los registros de pasajeros en el Aeropuerto de Carrasco no ofrece una exacta certidumbre sobre el real impacto del problema.
De los muchos uruguayos que se han afincado en Argentina, por ejemplo, seguramente sólo una fracción pasó por Carrasco. Sin embargo, hace ya muchos años que se manejan estas cifras, que al menos dan alguna pauta valiosa sobre la entidad del fenómeno.
El año 2010 cierra un decenio y los números redondos invitan a que el balance abarque todo ese período. De los datos resulta que en nueve años del último decenio hubo por Carrasco más salidas que regresos de ciudadanos uruguayos. La única excepción fue 2009, en que se registró un saldo positivo de 811 viajeros.
El año de mayor emigración fue 2002, con una pérdida relativa de 28.302 personas. El primero de los resultados que se citaron se corresponde con la reciente crisis económica en los países desarrollados. El de 2002 resulta claramente de la crisis que azotó al país y a la región.
Pero la realidad que golpea es que desde enero de 2001 a setiembre de 2010 partieron de Carrasco sin regresar 145.802 uruguayos. Es el equivalente a poco más de toda la población del departamento de Maldonado. Los años de mayores pérdidas fueron el ya señalado 2002, 2003 (24.096) y 2001 (20.369). Pero la sangría no se detuvo en el último lustro, con 18.648 pérdidas en 2006, 17.129 en 2007, 5.709 en 2008 y las que ya se señalaron en los primeros nueve meses de 2010.
Toda esta información vuelve a poner sobre el tapete las amenazas que resultan para el país de una situación en que la población estanca su crecimiento y envejece precipitadamente.
Incluso algo muy bueno, como es el alza en la expectativa de vida de todos los habitantes del país, termina contribuyendo a que el porcentaje de mayores de 65 años, potencialmente dependientes de quienes están en edad de trabajar, se estime hoy en el 13,6% de la población y pueda alcanzar, según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística, el 15,7% de la población en 2025, por el efecto combinado de la baja fertilidad y el aumento de la expectativa de vida. No es este de los temas que se resuelven de un plumazo.
Ni el problema poblacional ni las tendencias migratorias pueden corregirse con simples medidas gubernamentales. Ni parecen ser válidas muchas de las especulaciones que se trazan livianamente, por ejemplo imaginando que el desempleo es el único motor de la emigración.
Otros estudios han indicado que la mayoría de los emigrantes tenía trabajo en el país y contaba con una preparación superior al promedio. Y quizá, también, con expectativas que no creían poder concretar en Uruguay.
De las dificultades que se plantean para que las políticas gubernamentales den resultado en materia de migraciones habla por ejemplo el caso español, en que la grave desocupación ha impulsado al gobierno a crear un plan de retorno de los inmigrantes a sus respectivos países.
Allí existen varias ONG que facilitan el retorno de extranjeros haciéndose cargo del pasaje, mientras que el gobierno resolvió promover la partida de los inmigrantes desempleados pagándoles en dos cuotas el valor de dos años de seguro de desempleo. Se estimaba que unos 100.000 inmigrantes se acogerían al plan. Lo hicieron solamente 5.000. Únicamente los "desesperados", según la opinión de algunos observadores críticos.
Pero es precisamente con los temas difíciles que hay que intentar con más urgencia la puesta en funcionamiento de estímulos, tanto para modificar la tasa de natalidad como para lograr una reversión de la tendencia migratoria.
O la atracción de inmigrantes, ya que es claro que contará a breve plazo con una menguada fuerza de trabajo para atender las necesidades del crecimiento económico. De allí que estos datos deban ser tenidos en cuenta como una alerta. Lo que está en juego es el destino nacional.
2010 PRESIDENCIA - República Oriental del Uruguay