sábado, 12 de febrero de 2011

Presten a Uruguay en pesos



En una semana cargada de declaraciones, revelaciones y especulaciones, hubo una noticia que puede no haber tenido la atención que merece. JP Morgan recomendó a sus clientes que compren títulos de deuda uruguaya en moneda nacional ­o en unidades indexadas­.

Es difícil exagerar la importancia de este consejo.

Hace 20 años, digamos desde el Plan Brady, la deuda externa dejó de tener la urgencia de ser un drenaje de fondos impagables por concepto de interés. Pero la deuda misma parecía impagable y su sola existencia era una limitante para cualquier independencia financiera del país. Es decir, limitaba mucho las opciones. A partir de 2002 sobre todo, el país estaba al borde del default. Hay que mirar el sufrimiento de Argentina para imaginarse el desastre que hubiera sido para un país chico quedar "fuera de la ley" en materia financiera.

En consecuencia, cuando asumió Tabaré Vázquez, la deuda fue definida por el equipo económico como el principal factor de vulnerabilidad de la economía uruguaya. No sólo una debacle internacional como la que sobrevino, sino cualquier especulador de mediano porte podía derrumbar todo el edificio. Y una de las primeras medidas fue una urgente renegociación con el FMI y en seguida la creación de una unidad profesional para el manejo centralizado de la deuda. En los años siguientes, el esfuerzo fue primero en eliminar casi totalmente la deuda condicionada a acuerdos con organismos internacionales y en segundo lugar reducir el peso de la deuda pública en relación al PBI, sobre todo porque la economía creció. Un opositor, Javier de Haedo repitió numerosas veces que lo mejor de la gestión económica de la presidencia de Vázquez había sido la administración de la deuda pública.

Una tercera orientación fue aumentar el porcentaje de la deuda que está en moneda nacional. Algo que podía parecer utópico en un país en el que hasta los electrodomésticos se cotizan en dólares. No hace falta decir que el país que debe en su moneda, como Estados Unidos, puede pagar con emisión. Y si eso resulta muy irresponsable, al menos es seguro que los aumentos o disminuciones coyunturales de su deuda seguirán al de su moneda y no a la de otro país, cuyos parámetros no domina. Si debemos en pesos, nuestra vulnerabilidad es infinitamente menor y nuestra soberanía, nuestra gama de opciones, muchísimo mayor.

Por eso, se busca pasar deuda a pesos aún a costa de pagar intereses un poco más caros.

Hace quince días, los contadores Fernando Lorenzo y Mario Bergara informaron que acababan de colocar U$S 1.256 millones de dólares en pesos y unidades reajustables despejando bastante los vencimientos de 2011, pero sobre todo, llevando a un 40% el porcentaje de la deuda pública denominada en moneda nacional (ya no tiene sentido hablar de deuda "externa"). El mercado ya se había percatado de la ventaja de prestarnos en dólares. Luego de las palizas que les pegó la realidad en los últimos años, las calificadoras siguen a prudente distancia. Pero su palabra sigue teniendo peso, porque si hay inversores aventureros, hay otros más prudentes. El pronunciamiento de JP Morgan abre las puertas a una mayor desdolarización de nuestra deuda con mejor diferencia de intereses.

Es cierto que JP Morgan, que al fin y al cabo tiene que aconsejar a sus clientes, no a nosotros, ve la ventaja en un par de cosas que no nos gustan: la expectativa de que el gobierno no pueda mantener la inflación en su meta y la de que el dólar baje, todo lo cual favorece al acreedor de los bonos.

Pero también es cierto que las causas que invoca para que eso pase son todas buenas noticias: Uruguay está inundado de dólares, dice, por los flujos masivos de inversión y por el boom del turismo, por el crecimiento de las exportaciones.

En cuanto al déficit fiscal, que preocupa ­de manera razonable­ a economistas opositores, a JP Morgan no le preocupa. Lo considera "manejable y fácil de financiar".

Fuente: http://www.larepublica.com.uy/editorial/441030-presten-a-uruguay-en-pesos