lunes, 21 de noviembre de 2011

"Por la crisis, ahora te ofrecen contrato laboral por siete días"

Uruguayos en España. Miles siguen residiendo en su país de adopción, sobrellevando las dificultades, unos con deudas, otros viviendo con el seguro de desempleo. Igual, pocos piensan en volver

MADRID
ALEXANDRA HAHN

Pese a que cientos de uruguayos están dejando atrás sus vidas en el exterior para volver a Uruguay, otros miles siguen viviendo en sus países de adopción intentando sobrellevar una crisis que los ha afectado.

En España, muchos se recluyen en el seguro de paro o en trabajos mal remunerados para seguir adelante.

Mariana Filgueira vive en Zaragoza junto con su marido y su hija. Aunque está terminando un doctorado en Economía, tanto ella como su esposo viven del seguro de paro, ya que desde principios de 2009 no tienen trabajo.

"Hasta noviembre de 2008 mi marido no paró de trabajar. Ahí nos fuimos a Uruguay y Argentina y volvimos en enero del 2009. A la vuelta ya se notó la crisis porque al buscar trabajo no había ofertas. Las empresas comenzaron a cerrar o a reducir el personal por exceso de stock, y entonces se destruyeron muchos puestos de trabajo", relató.

Hoy, Mariana y su marido cobran una prestación del Estado "no contributiva" de 436 euros (unos 11.700 pesos uruguayos) cada uno. Antes de la crisis, el ingreso familiar superaba los 2.000 euros. "Tuve que cambiar mi estilo de vida, evitando compras innecesarias y no gastar en aquello que estuviese fuera de la lista del supermercado. Las vacaciones que antes eran dos meses en Uruguay y Argentina, ahora fueron unos días en pueblos de España", explicó.

Según Mariana, la inestabilidad laboral es tal que desde comienzos de año solamente surgieron tres ofertas de empleo. Además hay una multitud de postulaciones, por lo que la oportunidad es mínima. A su vez, los contratos que ofrecen las empresas son por una semana y se renuevan al finalizar la misma. Sumado a esto, Mariana dijo que en los anuncios y en las empresas, públicas y privadas, se discrimina a los extranjeros.

El embajador uruguayo en España, Carlos Pita, dijo que en España viven más de 85 mil uruguayos, la mayoría en Cataluña, Galicia, Canarias y la comunidad de Madrid.

Cancillería por su parte informó que, por mes, entre 300 y 350 personas realizan gestiones para retornar a Uruguay.

SIN CURRÍCULUM. Cecilia Crosa, que vive hace más de una década en Canarias y está casada con un español, explicó la situación. "Antes salías sin currículum, caminabas media cuadra y tenías trabajo. Ahora, las empresas no contratan a nadie y todo el tiempo se recorta personal".

Hace más de 9 meses que está en seguro de paro, y su marido sostiene económicamente a la familia. Gracias al apoyo de su familia política siguen adelante y no piensa regresar a Uruguay. Muchos de sus amigos se están yendo a buscar trabajo a otros países como Alemania o Francia.

Sus hermanas, Adriana e Isabel, viven en Barcelona, donde comparten un apartamento.

Isabel, como gerente en una firma de auditoría y consultoría internacional tiene un buen nivel de vida. Llegó a España hace ocho años con trabajo definido, tras haber trabajado en la misma firma durante seis años en Uruguay. Sus tareas se desarrollan principalmente en el sector de sistemas y financiero.

Pese a que no ha tenido que modificar su estilo de vida, y viaja varias veces al año, inclusive a Uruguay, Isabel siente que su crecimiento salarial está estancado. "Igual me considero una privilegiada", apuntó.

Adriana es diseñadora gráfica pero trabaja en una tienda de decoración. "Todos los días recibimos curriculums de gente que tiene estudios universitarios y experiencia y no encuentra trabajo en lo suyo", cuenta.

La crisis afectó directamente su economía. "Los precios de los alimentos subieron bastante. Además bajó considerablemente la cantidad de ofertas de trabajo y por lo tanto la posibilidad de cambiar a un empleo mejor no existe", sentencia.

Verónica, amiga de Adriana, recién obtuvo sus papeles para trabajar legalmente el año pasado. Para ella, la crisis resulta cansadora ya que le congelaron el sueldo y redujeron mucho personal en la empresa donde trabaja. "El trabajo se reparte en menos personas y a veces llega a ser agotador", relata.

La situación de Marie-Laure Segarra, que vive en Madrid, es totalmente distinta. Esta franco-uruguaya utiliza su francés natal para dar clases. Sus principales clientes son empresas francesas y españolas fortalecidas por la relación económica bilateral. La posición de Marie Laure sobre la crisis se resume en una frase: "Al lado de las crisis en América Latina, la de aquí es un lujo total".

El marido de Marie-Laure, Conrado, es arquitecto, y su situación laboral es mucho más inestable que la de su mujer. "La construcción es la que generó toda esta debacle. Pero siempre algo surge. El sector informal, paralelo y no declarado, es muy fuerte y permite que siga habiendo trabajo", relata.

En las zonas de España donde el turismo se mantiene fuerte, la crisis no ha pegado con tanto vigor. El País Vasco no ha visto una merma de visitantes este año, y le sigue permitiendo a la familia de Yolanda Arnedo tener un medio de vida en un país con un índice de desocupación del 21,5%.

El hijo mayor de Yolanda, Miguel, de 37 años, trabaja en uno de los restaurantes más importantes de Guipúzcoa. Su mujer, de 33, también uruguaya, trabaja en un restaurante de comida rápida en un shopping de la ciudad. Llegaron en 2001 con ganas de establecerse, y lentamente fueron armando su vida en base a la actividad turística, que les permite vivir todo el año allí. En cambio, Nicolás, el hijo menor de Yolanda, que también se instaló en San Sebastián en 2001, decidió volver a Uruguay, y probar suerte en la temporada de verano. En España siempre tuvo trabajo, pero extrañaba su país, y cree que se quedará a vivir allí.

La situación de María Rosa, la hermana de Yolanda, es totalmente opuesta. Siguiendo a sus hijos, hace tres años instaló una tienda de ropa en Guipúzcoa, con ayuda de un préstamo del gobierno vasco. Pero enseguida golpeó la crisis y el consumo se resintió. En menos de un año, los números de la boutique de María Rosa estaban en rojo y tuvo que cerrar. Pero aún tiene deudas: paga más de 200 euros por mes del préstamo y debió conseguir un trabajo para mantenerse.

Su edad, 56 años, le jugó en contra. Tras el fuerte golpe a la economía, las empresas prefieren contratar a jóvenes menores a 25 años, por lo qué María Rosa tuvo que aceptar la ayuda de una vecina. Piensa esperar un año más, terminar de pagar sus deudas, y volver a Uruguay.



La cifra


436 euros, equivalentes a unos 11.700 pesos uruguayos, es la prestación mensual del Estado por seguro de desempleo.
 
Diario El Pais de Uruguay