Por Jorge Luna* Montevideo (PL) El primer Campeonato Sudamericano de Selecciones de Fútbol (hoy Copa América), celebrado en 1916, lo ganó Uruguay, capitaneado por Isabelino Gradin, descendiente de esclavos africanos del reino de Lesotho, un hecho insólito en esa época. En el campeonato, los "Charrúa" superaron a los poderosos argentinos, brasileños y chilenos; estos últimos llegaron a protestar por la presencia en el equipo uruguayo de "jugadores africanos". Isabelino Gradin, velocísimo mediocampista, resultó el mejor goleador del torneo y, junto a Juan Delgado, otro afrodescendiente uruguayo, convirtió a Uruguay en el primer equipo nacional latinoamericano con futbolistas negros. Desde entonces, han sido muchos los afrouruguayos que han desatacado en el equipo nacional, pero su presencia en el desarrollo del país a lo largo de su historia ha trascendido el deporte, abarcando prácticamente todas las esferas de la sociedad. No obstante, ese protagonismo ha sido minimizado, cuando no ocultado por completo, según denuncias de representantes de esa comunidad. Datos recientes estiman en un 10,6 por ciento (315 198) los uruguayos que dicen tener ascendencia afro: 141 392 en la capital, Montevideo, y el resto principalmente en los departamentos de Canelones, Rivera y Salto. Sus antepasados contribuyeron decisivamente a la economía y la cultura, primero, como esclavos, peones y artesanos y luego como combatientes por la independencia nacional frente al colonialismo español. Asimismo, según varios historiadores, defendieron esa independencia frente a invasores extranjeros. Reconocidos músicos, escritores y artistas afrouruguayos han enriquecido al país, otrora tildado como "La Suiza de América", más allá del tradicional candombe, cuyas primeras manifestaciones se encuentran en las procesiones ceremoniales de los Reyes del Congo. Según el investigador Oscar D. Montaño, en 1818, el candombe, con todos sus tambores, llegó a ser considerado una "amenaza" por las elites de entonces, que procuraron prohibirlo. El candombe ha sido tan fuerte, profundo y esencial que en lugar de haber desaparecido -destino al que fue condenado en diferentes etapas históricas -- sobrevivió, venciendo todas las barreras y represiones. Ha impregnado de tal manera nuestra sociedad, que se ha convertido en un elemento cultural que identifica a Uruguay, precisó. Por otro lado, sostuvo que el término candombe deriva de Ka y Ndombe (pueblo angolano), del idioma Kimbundu, rama de las lenguas bantúes que se hablan en Angola, el Congo y otras zonas de África del Sur. Diversas instituciones vienen actualizando datos cuantitativos y cualitativos para elaborar una política pública más inclusiva para esta vulnerable población, especialmente para las doblemente perjudicadas afrouruguayas. Un reciente informe de varias organizaciones femeninas, coordinado por el Ministerio de Desarrollo Social, señala que en estas poblaciones "se observan desigualdades que refieren a un proceso histórico donde el racismo y las formas de discriminación aún persisten y mutan". Precisa que "existen características, como la mayor y más temprana fecundidad de las mujeres afro, y las altas tasas de desempleo, que alimentan un círculo de pobreza difícil de romper". La población afrodescendiente presenta una mayor proporción de jóvenes, fecundidad más alta y menor esperanza de vida al nacer que el resto de la población uruguaya. El 58 por ciento de los hogares afrodescendientes son biparentales y/o extensos (14 puntos porcentuales superior al de los hogares no afro). El 15 por ciento de niños afrodescendientes entre cuatro y cinco años de edad no asisten a ningún establecimiento de enseñanza, mientras la población afrodescendiente joven presenta los porcentajes más bajos de asistencia a establecimientos educativos. En los niveles superiores, tan solo un siete por ciento de la población afrodescendiente de 20 años o más cursa o cursó estudios terciarios, al tiempo que la tasa de actividad muestra un ingreso más temprano al mercado de empleo de los afrodescendientes, quienes se retiran más tardíamente del mercado laboral. Las mujeres afrodescendientes presentan los valores más altos en la tasa de desempleo (14,3 por ciento), nueve puntos por encima de la de los hombres no afro. Esto significa que una de cada tres mujeres activas no logra acceder a puestos de trabajo. El informe señala además que el 39,6 por ciento de los afrodescendientes vive en hogares pobres, superando en más de 20 puntos la incidencia de la pobreza en el resto de la población. Asimismo, el salario medio por hora de trabajo en la ocupación principal es un 29 por ciento menor en la población afrodescendiente en comparación con la no afrodescendiente. Si se considera el total de ingresos salariales por ocupación principal, puntualiza el informe, el ingreso medio de los afrodescendientes es el 67 por ciento de los no afros. Esto implica además que presente menores niveles de cobertura de salud de Instituciones de Asistencia Médica Colectiva (IAMC). En las mujeres, sólo el 33 por ciento cuenta con esa cobertura. A raíz de reiteradas denuncias de las formas de discriminación que agravan e imposibilitan el ejercicio pleno de los derechos de los afrouruguayos, las autoridades iniciaron en 2005 acciones para reconocer a los colectivos que han sufrido históricas desventajas. No obstante, Susana Andrade, representante de la organización Atabaque, acaba de llamar, mediante marchas "de resistencia", a modificar la conmemoración del 12 de octubre (inicio de la invasión europea a América) y demandó trabajo para los afrodescendientes. "Hay sectores relegados por origen étnico y es imprescindible diferenciar para igualar", sostuvo Andrade, al agregar que: "creemos en la necesidad de políticas focalizadas para problemáticas específicas debido a desventajas legendarias". *El autor de es Corresponsal de Prensa Latina en Uruguay jhb/jl |