Se cumplen veinte y tres años del deceso de este notable y multifacético creador uruguayo. Poeta, periodista, locutor, notable cantor e intérprete popular, militante meticuloso por el cambio social, Alfredo Zitarrosa, fallecido a los 53 años el 17 de enero de 1989, dejó un impresionante legado artístico y ético a las generaciones siguientes, que por ahora sólo es masivo en lo que se refiere a su obra como músico, pero merece serlo también en lo literario.
Había nacido el 10 de marzo de 1936 en Montevideo. La trayectoria de este artista mayor de la cultura uruguaya, pero que trascendió lo local y se proyectó a todo el Río de la Plata y la América de habla hispana, se inició cuando tenía ocho años y cantó por primera vez en una radioemisora radial.
En su juventud trabajó en múltiples oficios hasta que su privilegiada voz, su clara dicción y su perseverancia lo ubicaron como uno de los locutores profesionales más destacados de la radiotelefonía uruguaya. Lector empedernido, sus inquietudes artísticas lo llevaron a incursionar en el arte dramático debutando, a los veintidós años en la obra "La piel de los otros", del dramaturgo compatriota Juan Carlos Legido, bajo la dirección de Ruben Castillo. Un año después, en 1959 ganó el concurso municipal de poesía inédita.
Su debut público como cantor fue en el año 1964 e inmediatamente grabó su primer disco, un "doble", un disco que reunía cuatro canciones (dos de cada lado): "Milonga para una niña", "Mire amigo", "El camba" y "Recordándote". A partir de allí el éxito lo acompañó de manera permanente y su popularidad se fue acrecentando día tras día, sumando para el acervo popular composiciones que serán recordadas por siempre, entre ellas las modélicas "Doña Soledad", "Milonga de ojos dorados", "Coplas al compadre Juan Miguel", "El violín de Becho", "Si te vas", "Pal´que se va", "El candombe del olvido" "Adagio a mi país", "Stefanie", "Adiós, Madrid" y muchas otras, junto a esa inmensa obra que viene a ser "Guitarra negra".
Muchas de estas canciones son fruto del exilio al que debió partir en 1976 perseguido por la dictadura uruguaya. Un exilio que en su caso fue superlativamente doloroso ya que acuerdo a sus propias confesionesnunca logró adaptarse ni a la sociedad mexicana ni a la española, dos naciones que lo cobijaron generosamente y en las cuales transcurrió su mayor tiempo en calidad de exiliado.
El 31 de marzo de 1984, en el marco de un operativo de desexilio que trajo de regreso a la patria oriental a varios artistas (Daniel Viglietti, El Sabalero José Carbajal, Los Olimareños, Mario Benedetti y a los integrantes del teatro El Galpón, entre otros), Zitarrosa volvió al seno de su pueblo, siendo el primero de los músicos en retornar. El recibimiento en el Aeropuerto Internacional de Carrasco fue apoteósico y en medio de una inmensa caravana de vehículos que recorrió la rambla montevideana, el artista llegó finalmente a la sede de la Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay, ubicada en las calles Camacuá y Reconquista, en donde entre miles de uruguayos que fueron a recibirle, se reencontró con familiares, amigos y colegas, brindando allí sus primeras declaraciones en una emotiva y por momentos desbordada conferencia de prensa, en la que entre otros conceptos confesó las penurias sufridas en su ausencia forzosa de la tierra que lo vio nacer.
"La experiencia del exilio para mí fue muy dura, lo fue para todos, pero afortunadamente la gran mayoría, tanto cantores como dirigentes políticos y gremiales, asumieron el exilio en forma creativa", reflexionó. "Yo, en cambio, no pude hacer eso. Es muy poco lo que pude hacer afuera cantando. Lo que hice fue repasar un repertorio algo anticuado, pero donde también podía hablar. Mis actuaciones en Italia, Australia, Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, México, Perú, Argentina, tenían el carácter de denuncia puntual de lo que sucedía en nuestro país. La creación me estuvo prohibida, sentía que no podía poner mi canto al servicio de un repertorio que me atrae poderosamente en lo artístico, que reconozco combativo. Sentía que la mía era una voz que podía desafinar, atentos como sabía que estaban los compatriotas que permanecían en Uruguay, con la idea misma del país de esos años. Hoy, de regreso al país, me encuentro con que nuestro pueblo ha creado una corriente de canto popular muy poderosa, de gran nivel, revulsiva, que expresa una realidad en la que debo insertarme, consciente de que si bien el futuro es nuestro, también hemos de construirlo entre todos y a partir de una unidad indispensable, especialmente en lo ideológico, pero también en lo político. En Uruguay, a diferencia de otros países, por citar uno digo Argentina, ya nunca más habrá un bipartidismo político como lo conocimos. Ya no se trata del poncho o del sobretodo. Ahora se trata del pueblo, y en eso estamos", dijo, en abierta referencia a su compromiso militante con el Frente Amplio. Tan grande era ese compromiso que en 1971, cuando se formó el Frente Amplio, instaló un Comité de Base en su propia casa.
Casi cinco años después de ese reencuentro con su pueblo, el 17 de enero de 1989, Alfredo Zitarrosa pasaba a formar parte de eso que llamamos "la inmortalidad".
PERIODISTA Y ESCRITOR
Alfredo Zitarrosa fue un brillante cronista del célebre semanario Marcha, dirigido por Carlos Quijano. En 1988 edita por primera vez su obra literaria como tal en el libro de cuentos "Por si el recuerdo", que recopila historias escritas durante sus últimos treinta años. Como poeta, integra en sus canciones el sector de mundo que le tocó vivir. Encontró, deshaciéndose, las esquivas palabras que simulan pasiones, historias, fábulas y esperanzas. Encontró, las palabras convenientes, las más precisas para sus descripciones: "Mariposa marrón de madera"; "Puedo enseñarte a volar / pero no seguirte el vuelo"; "Tú no pediste la guerra / Madre tierra, yo lo sé".
Hombre de prodigiosa erudición, fue un narrador brillante, quien logró además a través de sus "Fábulas Materialistas" (recopiladas y publicadas en libro, por su familia, en el 2001), una sabrosa mezcla surrealista de ciencia, mito y humor. Pero en Zitarrosa coexistían, además, los insólitos Diamólogos, el entrevistador agudo en Marcha, el locutor que creó toda una escuela del decir radial. No debe olvidarse un lejano trabajo crítico de Alfredo sobre "el cantor alienante y el público alienado". Allí, este hombre de seductora voz, de presencia imponente en el escenario, alertaba al lector sobre posibles alienaciones ante la "figura" de un artista, ante la aureola de un astro que prácticamente invalidaban toda audición crítica; toda audición que realmente atendiera lo que el artista estaba "dando" sobre el escenario. Abreviemos: enseñaba que siempre debe oírse críticamente al artista.
EL MÚSICO POPULAR
Su debut como cantor profesional en Montevideo, tuvo lugar en el auditorio del Sodre (Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica) en 1964. Su primer disco publicado, "Canta Zitarrosa", abrió el camino de la difusión de la música nacional de este género en su tierra, compitiendo en ventas con el fenómeno popular de la época: los "Beatles". Fue un militante defensor de los derechos de los artistas nacionales y de la producción de estos, como las de Viglietti, Los Olimareños, Capella, Palacios, entre otros, representativos como él del sentir nacional.
Desde 1965 hasta 1988 grabó aproximadamente cuarenta discos larga duración, en diferentes países, fundamentalmente en Uruguay y Argentina. Recibió en vida innumerables distinciones y premios, aparte de la permanente marca en ventas discográficas, entre las que se destaca la Condecoración con la Orden 'Francisco de Miranda' por parte del presidente de Venezuela en 1978.
Debido a su militancia política su canción es prohibida en Uruguay a partir de las elecciones de 1971 (prohibición que se consolida con el establecimiento de la dictadura cívico-militar el 27 de junio de 1973). Con el recrudecimiento de la persecución, habiendo sido convencido de que su canto sólo sería útil a la causa del pueblo desde fuera, debe salir al exilio en 1976, primero rumbo a Argentina, hasta el comienzo de la dictadura militar en aquel país, hasta que debe partir (por la misma causa que del Uruguay) para radicar en España donde estuvo residiendo hasta abril de 1979. Desde ese momento vivió en México, donde aparte de cantar, desarrolló actividades periodísticas en el diario Excelsior y en Radio Educación con su programa "Casi en privado". Durante este período, a pesar de ser reconocido por él mismo como el menos creativo debido al dolor por el desarraigo, graba y edita varios discos en España, México y Venezuela. Asimismo participa activamente de diversos festivales internacionales, como abanderado de la lucha a favor de la libertad del pueblo uruguayo y de otras naciones oprimidas por gobiernos de corte fascista, y como referente ineludible del canto popular uruguayo y latinoamericano.
Levantada la prohibición de su canto en Argentina en 1983, es contratado para realizar un recital en ese país, oportunidad que es aprovechada por Zitarrosa para acercarse a su tierra, pasando a residir en Buenos Aires, hasta el momento que fuera posible su regreso al Uruguay. Allí realiza -entre otras- una memorable actuación en el estadio de Obras Sanitarias, donde al presentarse ante el público que colmaba el estadio, solicita su permiso: "Ojalá a partir de este momento ustedes me autoricen a seguir cantando a nombre de mi tierra".
El 31 de marzo de 1984, es recibido por una multitud que lo aclama y lo acompaña, desde el aeropuerto, por todo Montevideo, en una circunstancia que es definida por él mismo como "la experiencia más importante de su vida", lleno de una emoción profunda de alegría por el rencuentro con su tierra, con los amigos, sus "hermanos", y la profunda alegría por el regreso a su amado país.
Una vez en su tierra realiza conciertos por todo el país y edita nuevos trabajos discográficos, entre los que presenta la serie "Melodía Larga", milongas instrumentales para conjunto de guitarras, guitarrón y otros instrumentos de uso típico en el Jazz. Como músico, componiendo a favor de la guitarra y por milonga, creó un estilo de arreglos "a lo Zitarrosa", con el sello de su creatividad musical, impuso este género como un estilo popular vivo. Fue impulsor del concepto de la fusión musical en el uruguay, llegando en su último trabajo discográfico a asimilar desde la milonga al rock, continuando la búsqueda de lo que él mismo definó, en 1969, como un "auténtico jazz del sur", en base a la milonga.
OBRA INÉDITA
Su familia, con el apoyo de amigos y personalidades de la cultura, entre otros, en honor a su ejemplo artístico y ético, en la fecha de su nacimiento, el 10 de marzo del 2004, declara la creación de la Fundación que lleva su nombre, para preservar su legado y trabajar, a favor de la cultura, de los valores humanistas e ideales sociales, como lo hizo Zitarrosa, del mismo modo que él los defendió y cantó. Buena parte de sus trabajos (sobre todo literarios) permaneció inédita hasta que la Fundación comenzó a impulsar su rescate.
Fuentes: Nota de Jorge Yuliani en La República; sitio oficial de la Fundación Zitarrosa; reportaje de María Esther Gilio en Crisis, y Américo Schvartzmanen Miercoles digital.