COLUMNISTA INVITADO
El mundo recibe hoy a su habitante número 7 mil millones. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) quiere aprovechar esta fecha para celebrar este nacimiento junto a la humanidad toda y para recordar algunos temas que el devenir demográfico de las sociedades trae consigo, con especial atención a la situación de nuestro país.
A nivel mundial conviven diversas realidades demográficas que significan diferentes desafíos y oportunidades: las altas tasas de fecundidad por un lado y el envejecimiento de las poblaciones por otro; los procesos de urbanización acelerada; el surgimiento de cuantiosas generaciones de jóvenes, etc. En algunos países hay preocupación por las altas tasas de fecundidad y en otros son tan bajas que los gobiernos consideran promover el crecimiento de sus poblaciones. Algunos países, frente a la escasez de mano de obra, ponen la mira en la inmigración, mientras que otros refuerzan sus economías con las remesas de sus emigrantes.
En este contexto se habla de Uruguay como un país pequeño, país envejecido, país de pocos nacimientos, país escasamente poblado…todos adjetivos utilizados con fundamento para describirnos desde el punto de vista demográfico. Desde el UNFPA creemos que vale la pena adentrarnos un poco más en estas percepciones, para entender mejor su naturaleza, implicancia y posibles soluciones. Las respuestas frente al escenario demográfico son centrales para el debate sobre el largo plazo y el principal objetivo de la política pública de un país, a saber, incrementar y sostener un nivel de vida adecuado para su población.
El ritmo de crecimiento de la población en Uruguay no ha supuesto nunca, como en otras partes del planeta, una presión urgente en las demandas de infraestructura y provisión de necesidades básicas, como la alimentación, el agua potable, la vivienda, el saneamiento o la electricidad. La pequeñez demográfica y el lento ritmo de crecimiento de nuestra población han sido características singulares de nuestro país.
Sin embargo, ello no implica que Uruguay no deba enfrentar desafíos que surgen como consecuencia de su proceso demográfico. ¿Cuáles, además de su pequeñez, son las principales características poblacionales de nuestro país?
ENVEJECIMIENTO. Lo primero a destacar es el envejecimiento de la estructura por edades de la población, consecuencia de la precoz caída de la natalidad. A fines de la década de los años veinte del siglo pasado, Uruguay iniciaba su post transición demográfica; esto quiere decir que las tasas de natalidad y mortalidad se estabilizaban en valores bajos. A mediados del siglo XX, la pirámide de población ya mostraba apreciables síntomas de envejecimiento, y el proceso se profundizó continuamente desde entonces. Los desafíos del envejecimiento son múltiples: el mantenimiento del sistema de jubilaciones y pensiones, la presión financiera a la que es sometido el sistema nacional de salud, las dificultades de interacción en una sociedad generacionalmente más diversa.
MIGRACIÓN. La migración internacional ha sido parte de nuestra historia desde siempre; el poblamiento del país, en gran medida se explica por el arribo de masivos contingentes de inmigrantes, que dieron un balance positivo a nuestro saldo migratorio hasta los años sesenta del siglo pasado. A partir de entonces, el signo se invirtió, convirtiéndose Uruguay en un país expulsor neto de migrantes, situación que se mantuvo hasta este año, donde la coyuntura de bonanza sostenida de nuestra economía en paralelo con la crisis de las economías receptoras de migrantes uruguayos, promueve el retorno de estos e incluso el arribo de nuevos inmigrantes.
URBANISMO. La distribución territorial de la población sigue un patrón decididamente urbano, con una fuerte concentración en Montevideo y su área metropolitana, así como en una fina franja costera que se extiende hasta Punta del Este y Maldonado. Desde hace mucho tiempo, las principales corrientes migratorias internas en Uruguay son del tipo urbano-urbano; la migración rural-urbana, que continúa ocurriendo, tiene desde hace mucho un peso cuantitativamente muy menor, resultado del relativo agotamiento de este proceso y del mayor peso demográfico de las localidades urbanas.
FECUNDIDAD. En relación a la fecundidad, la sostenida caída de las tasas nos condujo recientemente a llegar a un nivel que se denomina "por debajo del reemplazo", es decir, que en el largo plazo la población detendría su crecimiento e incluso llegaría a decrecer, en ausencia de migración. Al mismo tiempo que esto ocurre, hay sectores de la población, especialmente en los niveles educativos y de ingresos más bajos, que expresan tener más hijos que los deseados, mientras que en los sectores de ingresos medios y altos, se expresa la insatisfacción opuesta, es decir, se desea tener más hijos que los efectivamente tenidos, retrayéndose estos sectores de la reproducción por otras causas (entre otras, la dificultad de conciliar el desarrollo laboral y profesional con los cuidados requeridos por los niños).
SEGUNDA TRANSICIÓN. Finalmente, Uruguay atraviesa muy velozmente lo que se denomina "la segunda transición demográfica", esto es, un proceso en el cual aumenta considerablemente la divorcialidad, disminuye la duración de las parejas, cae la ocurrencia de matrimonios, crecen en número las uniones libres. La estructura de arreglos familiares se ha diversificado, perdiendo peso los hogares tradicionalmente conformados por la presencia de ambos cónyuges, y creciendo los monoparentales, los unipersonales, y otras formas de arreglos, tendencia que se sigue profundizando.
COMPARACIÓN. Vistas en conjunto, las principales características demográficas del Uruguay pueden parecer un panorama inquietante. Sin embargo, lo que ocurre en nuestro país es el reflejo de las grandes tendencias demográficas a nivel global: en el planeta, el ritmo de crecimiento es cada vez menor; la población mundial envejece muy rápidamente; ya viven más personas en el medio urbano que en el rural, y ese proceso continuará de manera intensa, concentrándose la población en las áreas costeras; la segunda transición demográfica ya viene operando en vastas áreas del planeta desde hace décadas. Lo que ocurre en Uruguay no es una excepción a lo que ocurre en nuestro mundo de siete mil millones, sino que es la expresión, con sus propias singularidades, especialmente en relación con Latinoamérica, de procesos más generales. El enfoque con que enfrentar este proceso debe tanto considerar los desafíos como las oportunidades que nos abre la nueva demografía.
La demografía mira el largo plazo. Algo necesario en un mundo que ha hecho del corto plazo el parámetro por excelencia del análisis y del debate político. Muchas causas llevan años en gestarse, muchos efectos lustros en desplegarse. Cuando observamos en el corto plazo hay mucho que no vemos y mucho de lo que sí vemos no lo entendemos.
Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/economiaymercado/uruguay-demografia-y-futuro/ecoymer_603203_111031.html