Paula Barquet
Después de un año y medio siendo su director a distancia, Henry Engler está en Montevideo para dedicarse de lleno al Centro Uruguayo de Imagenología Molecular (Cudim). El especialista en medicina nuclear afirma que el Cudim es "más interesante" y "tiene más para dar" que su par en Uppsala, Suecia, donde trabajóla técnica PET (Tomografía por Emisión de Positrones, por su sigla en inglés) desde 1996. En un año y medio de existencia el Cudim lleva examinados a unos 1.500 pacientes y se perfila, según Engler, como uno de los centros con esta tecnología más completos del mundo.
Lo que sucede en ese edificio de ladrillos frente al Estadio Centenario aún es un misterio para muchos uruguayos, a pesar de que desde marzo de 2010 funciona como un servicio al que pueden acceder de forma gratuita todos los pacientes que pertenecen al Sistema Nacional Integrado de Salud. Henry Engler, su director, es consciente: han pasado por allí menos uruguayos de los que hubiera esperado, lo cual atribuye a una mezcla de desinformación de los médicos, con desconfianza de los propios pacientes respecto a que en este país se pueda "hacer algo que sirva". El potencial de la técnica llamada Tomografía por Emisión de Positrones (PET), que en Uruguay solo existe en ese edificio aún misterioso, hace brillar los ojos del científico. Lo que sigue es un resumen del diálogo que mantuvo con El País.
-En marzo, a un año de la inauguración, llevaban registro de 500 pacientes y esperaban que a fin de año se llegara a 2.000. ¿Cuántos pacientes se han tratado en el Cudim?
-Hay que tener en cuenta que la inauguración no significó el comienzo de los exámenes. Si bien empezaron en junio, fue con una sustancia que marca tumores que no son muy comunes. El trazador (sustancia que permite identificar un tumor) más clásico de la técnica, un azúcar que se llama FDG, empezamos a usarlo el 22 de octubre.
-¿Qué se hizo entre marzo y octubre?
-Estuvimos poniendo a punto todo el equipo, el ciclotrón y las cámaras. A la fecha tenemos hechos 1.586 exámenes. De esos, 1.407 corresponden al FDG y 148 los hemos hecho con una sustancia que se llama Galio 68, que solo usamos nosotros y Chile en toda Latinoamérica. Permite encontrar pequeños tumores que son bastante extraños y que no se pueden identificar con otras técnicas. Hemos incorporado otras sustancias, que son nuevas para Latinoamérica. Permiten ver muy bien, por ejemplo, los tumores del cerebro.
-¿Qué enfermedades se examinan acá?
-Un grupo de enfermedades son las cancerígenas, pero se divide en dos: los tumores de cerebro y los del resto del cuerpo, que no todos se pueden ver con la misma técnica. Otra parte es la de cardiología, que también vamos a desarrollar. Por ahora estamos viendo algunos pacientes pero muy tímidamente. Hoy el centro está enfocado al cáncer, pero también se analiza epilepsia y todo tipo de demencia, incluyendo posibles casos de alzheimer. Eso lo estamos haciendo con azúcar, pero ya tenemos otra sustancia que es especial para esta última enfermedad. Es la que presenté en 2002 en Estocolmo y permite ver las placas de alzheimer.
-Siempre se dijo que la tecnología PET era revolucionaria y que prometía un gran potencial, ¿se ha avanzado en ese sentido?
-Considero que la tecnología no está desarrollada, sino en pleno desarrollo. Lo mejor todavía no lo ha dado... Creo que tendría que llegar al punto en que no necesitemos hacer biopsias, usar agujas, abrir para sacar pedacitos del cuerpo o poner tubos en los pulmones para hacer un diagnóstico. Esa es una de las metas de la técnica: suplir las invasivas. Estamos a medio camino.
-Si la tecnología PET permite detectar tumores que otros equipos no captan, ¿sabe cuántos tumores fue posible curar desde que existe el centro?
-No lo sabemos aún. Hemos planeado tener una retroalimentación con los médicos que mandan los estudios, de modo que después nos manden los resultados. Hay algunos casos dramáticos. Por ejemplo, tuvimos un caso de una persona a la cual se le extirpó un tumor muy pequeñito, después de una larga operación de siete horas, y era una persona joven que se vio libre de ese tumor de páncreas, muy difícil de sacar.
-¿Cuánto demora un examen?
-Es rápido. Los tiempos de espera no son largos porque no tenemos cola, realmente. En 15 días está solucionado, aunque a veces damos prioridades porque en ciertas enfermedades hay que hacerlas más rápido.
-Hay dos maneras de acceder al Cudim: por indicación del médico en todas las instituciones que pertenecen al SNIS, o por vía particular. ¿Cuántos pacientes llegaron sin indicación?
-La mayoría llegó a través del Fondo Nacional de Recursos (FNR). De los 1.586, unos 10 lo hicieron de forma particular.
-¿Cuánto les costó a esos 10?
-Entre 1.300 y 1.500 dólares. Son quienes no están en el Fonasa o quienes quieren hacerlo sin que lo haya indicado su médico. Hay casos que no entran en las indicaciones clásicas, como por ejemplo tumores renales, que no son tan sensibles. El FNR paga aquello que tiene más especificidad, pero aunque haya una chance en mil, algunas personas recurren. Igual, hay enfermedades para las que no está indicado, y en esos casos aunque lo pidan los pacientes, no se hace. En algunos casos hay exámenes que están antes del nuestro, pero hay otros en los que realmente sería mejor empezar con el nuestro y obviar todos los otros. Por ejemplo, cuando se sospecha un tumor y no se encuentra.
-Más allá de todas las bondades de la técnica, ¿es conocido el Cudim en la sociedad uruguaya? ¿Por qué cree que muchos uruguayos siguen haciéndose estudios afuera?
-Me parece que se necesita mayor difusión, porque todavía es como un misterio. Ahora hay mucha gente que sabe que algún paciente o conocido ha venido al centro, pero encuentro gente en la calle que me dice que no está bien difundido. No sé si sigue habiendo gente que se va a Argentina. Eso sería un desastre.
-El comentario general, no sé si en concreto referido a esta técnica, es que los uruguayos prefieren ir a Argentina.
-No lo sé.
-De todos modos, cuando tiene que hacerse un examen costoso o complicado, el uruguayo medio piensa enseguida en el exterior.
-Claro, ese es el primer pensamiento, que en este momento es muy equivocado para este tipo de enfermedades.
-¿Es solo falta de información?
-Sospecho que hay una combinación. Es la costumbre de que acá no hay nada que sirva para mucho, y que los médicos tendrían que estar más actualizados, tener más información. Además, he escuchado decir por ahí que los médicos en el Cudim no tienen suficiente experiencia. Pero nosotros hemos tenido una vinculación muy grande con Europa. Nuestros médicos han ido a Israel, Alemania, Holanda, Suecia... Han estado con los mejores en el mundo. Y nosotros traemos a los mejores del mundo para acá. Es decir que el nivel que estamos consiguiendo es realmente de primera línea.
Perfil
Desde suecia al CUDIM
Militante del MLN, nacido en Paysandú hace 65 años, Henry Engler fue uno de los denominados "rehenes" de la dictadura. Se exilió en Suecia en 1986. Los últimos 25 años los dedicó a culminar sus estudios en medicina y consagrarse como un referente en imagenología. Es director del Cudim desde su inauguración, en 2010. Tiene una hija en Santa Catalina (Uruguay), una en Uppsala (Suecia) y otro en Berlín (Alemania).
"Vienen pacientes de Argentina"
-¿Vienen de otros países a atenderse aquí?
-Han venido principalmente de Argentina. De Europa no hemos recibido pacientes todavía.
-Usted ha dicho que es uno de los más experientes en tecnología PET de América Latina y quizás de Europa. ¿Se están formando especialistas de su nivel en Uruguay?
-Tenemos médicos jóvenes. La transmisión de conocimiento no se hace en un mes. Yo tengo que trasladar mis conocimientos para que los médicos de acá puedan hacer los exámenes que me piden a mí. En eso estamos trabajando. Y todos los posgrados de Medicina Nuclear del Centro de Medicina Nuclear del Hospital de Clínicas pasan por aquí, por el Cudim.
-¿Cuántos médicos trabajan con usted?
-Cuatro médicos, dos radiólogos y tres pasantes. Tenemos gente de Brasil formándose.