Traumatología. Parten del registro de todo lo que sucede con sus pacientes
Déborah Friedmann
Registran todo en imágenes: desde que el paciente ingresa a Traumatología hasta su evolución posterior al alta. Cuando se encuentran con una dificultad en el quirófano, intentan crear una solución. Varios de sus inventos se usan a nivel mundial.
Alberto Fernández, cirujano, traumatólogo e investigador define así el espíritu del equipo que coordina: "Somos un grupo privado que nos gusta investigar y además solucionar problemas del paciente. Cada vez nos va mejor porque generamos productos que en el mundo dicen que valen".
Son 20 personas entre médicos del Hospital Británico, programadores e ingenieros, que parten de dos ideas clave. Una es aplicar la concepción de las cajas negras de los aviones a su trabajo. "Tienen mucha importancia cuando vuelven, se desgraban y de allí se sabe que hubo un montón de cosas que anduvieron mal pero no llegaron al grado de desastre. Y eso permite mejorar", señala el especialista a El País.
"Desde hace cinco años que registramos lo que hacemos en el Hospital Británico y desde hace cuatro meses también lo aplicamos en el Hospital Maciel. Todo queda registrado, lo que queda bien y lo que queda mal", agrega.
Por ejemplo, un hombre llega a la Emergencia. Se cayó de un caballo y se quebró una pierna. Le toman fotografías. También ingresan sus radiografías a una base de datos.
Si es necesario una intervención quirúrgica, se registra, también en imágenes, toda la operación. Toman entre 150 y 200 fotos de alta resolución. A eso se le suman los cientos de disparos automáticos que efectúa la televisión del block quirúrgico.
"Se guarda todo. Después se agrega la radiografía de su evolución, imágenes de cómo va cerrando la herida, de cómo camina, cómo apoya, si renguea. Es un formato que se ha mostrado en el mundo entero y asombra", cuenta Fernández.
Hasta ahora, llevan registrados a 700 pacientes, la amplia mayoría del Británico y unos 60 del Maciel. El método permitió mejorar el nivel de la asistencia, asegura.
El próximo paso es crear un sistema automático de registro de alta calidad. Además, generarán contenidos para docencia.
Problemas. La segunda idea clave en el trabajo del equipo es cómo se posicionan ante una dificultad. "Todo arranca de un problema práctico. Ante un paciente hay un problema. Eso exige primero que nada que tengas el mejor instrumental del mundo y gente capaz. Porque si no el que tiene un problema, piensa: `Operé mal`, y se queda con eso. En lugar de, por ejemplo, plantearse que es mala la técnica", explica.
En cambio, cuenta Fernández, ellos trabajan con "instrumental sofisticado" y gente con muy buena formación. "Entonces, ante un problema práctico pensás: `No soy yo, falta algo mejor que esto. No hay`. Ahí hacés el diagnóstico de un problema, no tuyo, sino general. Y luego viene el planteo de si se nos ocurre algo para solucionarlo", cuenta.
Para esta etapa, el registro que efectúan de los pacientes es clave. "Todo lo que hemos diseñado hasta ahora se basa en eso", argumenta Fernández.
Por ejemplo, una de las dificultades que hallaron fue que los clavos colocados en huesos durante las cirugías no permitían varias inclinaciones. Así surgió la idea de crear uno que sí lo posibilitara. "Primero se hizo un prototipo en madera, después en metal. Se elaboró un modelo virtual tridimensional, se vio que funcionaba", recuerda Fernández. Además, los productos que fabrican suelen ser testeados en Europa, en Facultad de Ingeniería y también se hacen ensayos con ovejas en Sarandí Grande (Florida).
Cuando el equipo considera que un producto puede ser viable, lo patenta en Estados Unidos, sitio que permite esa posibilidad a un ciudadano de cualquier país. Tienen registradas entre 60 y 90. Y con la patente en mano van a una empresa multinacional para ver si les interesa. Si eso sucede, efectúan algún tipo de arreglo comercial. "Con eso nos financian y seguimos investigando, en la medida que tengamos resultados", aclara.
Actualmente el equipo tiene cuatro líneas de productos comerciales, dos que están ya en el mercado mundial (bloqueo de ángulo variable y cerclaje mínimamente invasivo) y otras dos que ingresarán próximamente (cable mínimamente invasivo y software imagenológico). Cada una de ellas tiene a su vez, subproductos. En general, cada nueva línea genera dos más. "Tenés que tener mucho cuidado en qué invertir a tu gente, porque si no las cosas salen mal. Yo tengo que llegar a productos concretos con utilidad real y valor comercial rápido", sostiene.
Las firmas que les compran el producto son quienes efectúan los trámites de los permisos sanitarios, tanto en la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos como ante la Comisión Europea. Cuando obtienen esa habilitación, los especialistas que lo crearon pueden empezar a utilizarlo en Uruguay, aún cuando la empresa a la que le vendieron la idea no haya decidido aún fabricarlo de forma masiva.
"Esto nos ha permitido que pacientes del Británico se estén operando con placas de radio distal desde hace cinco años cuando comercialmente llegaron a Uruguay hace pocos meses", cuenta Fernández.
El equipo fue premiado en 2008 por la empresa Synthes, que tiene el 50% del mercado mundial de los productos de trauma y una facturación anual de US$ 3.000 millones.
Los consideraron el grupo más importante a nivel mundial en innovación. También han vendido desarrollos a Siemens.
La confianza que generó el grupo a raíz del éxito de sus creaciones les permitió lograr acuerdos comerciales en los que la empresa les financia el desarrollo de sus innovaciones. "El centro que investiga y desarrolla está adelante más de 10 años que el resto. Y sus pacientes se benefician", señala.La cifra
700 Es la cantidad de pacientes de los que tienen registrada su evolución en imágenes.
(El País 03.10.2010)