Montevideo, 25 de octubre de 2010
Sres. Senadores de la R.O.U.
c.c. a todos y todas los/as ciudadanos/as
Presente
Nos dirigimos a Uds. con la intención de puntualizar algunos aspectos de un tema que para nosotros, como para la sociedad toda, es altamente sensible, entendiendo, que el tratamiento del mismo, a nuestro juicio, no ha sido el apropiado.
El debate parlamentario respecto a la ley que dejaría sin efecto la inconstitucional Ley de caducidad se ha centrado en ejes que no son los sustanciales, equivocando tanto las formas como los contenidos del verdadero problema, a saber, permanencia de la impunidad durante más de 30 años de los delitos más graves jamás cometidos ni más ni menos que por el estado uruguayo.
Los abajo firmantes somos hijos de parte de aquella generación (a la cual la mayoría de Uds. también pertenece) que protagonizó los sucesos de los años 60 y 70. Generación que soñó con un mundo más justo y actuó en consecuencia, con errores y aciertos pero inequívocamente con una intención y sentido elevadamente digno y esperanzado.
Lamentablemente querer un mundo distinto los condenó a ser víctimas del terrorismo de estado, el que los persiguió dentro y fuera del país, los secuestró, torturó, asesinó y finalmente desapareció. Algunos de nosotros fuimos también secuestrados, se nos ocultó nuestra verdadera identidad y se nos privó de las figuras parentales que no tuvieron jamás un juicio justo donde se probara su culpabilidad o su inocencia.
Lo que aquí señalamos sucedió hace décadas, cuando la mayoría de nosotros éramos niños, pero la pregunta que nos surge al pensar en el largo tiempo transcurrido es ¿si esto lo convierte en un tema del pasado? ¿Puede considerarse un tema concluso el hecho de que los desaparecidos por el Estado permanezcan al día de hoy desaparecidos? ¿El tiempo, contrariamente a lo que se dice muchas veces no agrava, conforme a cada día que pasa, la ejecución del delito en lugar de atenuarlo?
La desaparición forzada de personas es un delito de compleja perversidad que necesita de ejecutores y de múltiples cómplices, y si en Uruguay existen desaparecidos es porque aún hoy continúan desapareciéndolos, para lo cual ha sido y es necesaria la anuencia, complacencia y aquiescencia del estado democrático.
Por esta razón la impunidad repudiada no es una cuenta con el pasado, ni un asunto que exclusivamente nos afecte como familiares, ni un tema que se resuelva con pragmatismo jurídico y/o político.
La construcción del NUNCA MAS es una imperiosa necesidad que tenemos como sociedad, y se hace con verdad y justicia. No habrá garantías de que no se repita la violación de los derechos humanos mientras exista una ley que ampare a los responsables de delitos de lesa humanidad. Esta sienta un precedente de horror tácitamente avalado, resiente y cuestiona los valores sobre los cuales pretendemos seguir avanzando y construyendo colectivamente, pauta códigos de convivencia social y cimienta una cultura que naturaliza la impunidad, con gran costo para las futuras generaciones.
Es en este contexto que nuestro derecho a saber qué fue lo que el Estado hizo con ellos y a la justicia que de estos hechos se derive, sigue siendo día tras día vulnerado, luego de 25 años de terminada la dictadura, el estado NO ha logrado develar la verdad en la gran mayoría de los casos, seguimos sin saber sus paraderos, la desaparición de nuestros padres sigue siendo una lamentable realidad.
Nuestro reclamo surge con la tranquilidad de conciencia y la certeza de que no se debiera tener que refrendar la validez y vigencia de los derechos humanos a través de iniciativas populares, sin embargo, sostenemos que el problema a discutir, no es que haya habido un referéndum y un plebiscito, sino que el parlamento haya promulgado una ley indigna que viola nuestros derechos fundamentales como afectados directos y como sociedad toda. Y es aún más sorprendente e indignante que cinco legislaturas hayan permanecido indiferentes a tamaña afrenta.
El error/horror original surge en el parlamento y éste es el que tiene el imperativo histórico de subsanarlo removiéndolo. Conminamos a los señores senadores a ser garantes de los derechos básicos e inalienables de todos y cada uno de los ciudadanos, erradicando del orden jurídico la oprobiosa y vergonzosa ley. Esta obligación no es sólo una deuda histórica, es una obligación ética que repercute en la posibilidad real de alcanzar una sociedad en donde la verdad y la justicia no sean utopías inalcanzables ni meras declaraciones de principios.
Por último decir que lo que ha nuestros padres se les quitó nada ni nadie puede enmendarlo pero sin duda alguna ellos sonreirían de saber que la búsqueda de la justicia no cesa ni cesará, que la justicia que buscamos es por ellos, pero no para ellos, sino fundamentalmente para los que vendrán. Nos despedimos con palabras de un personaje central de nuestra historia a quien en muchas oportunidades se lo ha invocado para actuar en flagrante contradicción con sus ideas.
¨Yo deseo que triunfe la justicia, que los delitos no queden impunes, seamos inflexibles con este deber y seremos felices” José Artigas
Por Verdad y Justicia
Adriana Cabrera hija de Ary Cabrera Prates
Martina Callaba hija de José Pedro Callaba Piriz
Celso Callaba hijo de José Pedro Callaba Piriz
Carlos D’Elía hijo de Yolanda Iris Casco Gelphi de D´Elía y de Julio César D’Elía
Sandra Pelua hija de Martín Isabelino Pelua Pereira, sobrina de José Luis Pelua Pereira y nieta de Renee Pereira Gasagoite
Valentina Chaves hija de Ubagesner Chaves Sosa
Elizabeth Varo hija de Juan Ángel Cendán Almada
Fernanda Michelena hija de Graciela Susana De Gouveia Gallo de Michelena y José Enrique Michelena Bastarrica
Alejo Michelena hijo de Graciela Susana De Gouveia Gallo de Michelena y José Enrique Michelena Bastarrica
Soledad Dossetti hija de Edmundo Sabino Dossetti Techeira y de Ileana Sara María García Ramos de Dossetti
Néstor Duarte hijo de León Gualberto Duarte Lujan
Soledad Fernández hija de Julio Cesar Fernández
Macarena Gelman hija de María Claudia García Irureta Goyena de Gelman
Carla Goncalvez hija de Jorge Felisberto Goncálvez Busconi
Victoria Julien hija de Victoria Lucía Grisonas Andrijauskaite de Julien y de Mario Roger Julien Cáceres
Anatole Julien hijo de Victoria Lucía Grisonas Andrijauskaite de Julien y de Mario Roger Julien Cáceres
Esteban Hobbas hijo de Lourdes Hobbas Bellusci de Hernández
Ana Knobel hija de Alejandro Vladimiro José Knobel
Beatriz López hija de Arazatí Ramón López López
Jacqueline López hija de Arazatí Ramón López López
Verónica Mato hija de Miguel Ángel Mato Fagían
Beatriz Mechoso hija de Alberto Cecilio Mechoso Méndez
Alberto Mechoso hijo de Alberto Cecilio Mechoso Méndez
Nadia Fernández hija de Antonio Omar Paitta Cardozo
Katia Fernández hija de Antonio Omar Paitta Cardozo
Tania Fernández hija de Antonio Omar Paitta Cardozo
Martin Castellini hijo de Eduardo Pérez Silveira
Mariana Zaffaroni hija de María Emilia Islas de Zaffaroni y Jorge Zaffaroni Castilla
Victoria Prieto hija de Rubén Prieto González
Nelson Santana sobrino de Nelson Santana Scotto
Sandro Soba hijo de Adalberto Waldemar Soba Fernández
Rosario Urtasun sobrina de José Luis Urtasun Terra
Natalia Urtasun sobrina de José Luis Urtasun Terra
Laura Urtasun sobrina de José Luis Urtasun Terra
Mariana Urtasun sobrina de José Luis Urtasun Terra
Sofia Miranda, nieta de Fernando Miranda
Valentin Enseñat hijo de Miguel Angel Río
Hijos Uruguay