martes, 15 de enero de 2013

Perfil suicida: Chile y Uruguay



Publicado el : 15 Enero 2013 - 1:57 de la tarde | Por Pablo Gámez (Suicidio)








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¿Qué explica que dos de las naciones más pudientes de América Latina posean las mayores tasas de suicidios entre jóvenes a nivel mundial?
Hay agujeros negros que se abren en la boca de las estrellas. Y es algo que podría estar sucediendo en el caso de Chile y Uruguay, porque detrás de las luces del progreso económico registrado en esos países, una mancha está creciendo sin contemplaciones: un alto índice de jóvenes están optando por el suicidio.
Publicadas a finales de 2012, las investigaciones de los Ministerios de Salud Pública de Montevideo y Santiago de Chile hicieron sonar la voz de alerta y definieron el suicidio como un “problema de salubridad nacional”. El trago más amargo es la determinación de ambos ministerios de que en sus respectivas sociedades “la cifra de suicidios es especialmente alarmante en los jóvenes”.
Después de Corea del Sur, Chile es el segundo país a nivel mundial con la mayor tasa de suicidios en jóvenes. Así lo confirmó el estudio “Epidemiología del Suicidio en la Adolescencia y Juventud” del Departamento de Salud Pública de la Universidad Católica de Chile, basado en los antecedentes desde 1983 a 2003, que establece que la tasa más alta corresponde a varones entre 20 y 24 años.
Si en 2000 se suicidaban cuatro de cada 100 mil personas entre 10 y 19 años, esa cifra en 2010 se elevó a ocho y se estima que para 2020 se llegará a 12 suicidios por cada 100 mil jóvenes, lo que representa un incremento del 200 por ciento.
En el caso de Uruguay, la situación no es menos alarmante. El país tiene una tasa de 16,6 suicidios por cada 100 mil habitantes. Los grupos de riesgo son los adolescentes y los mayores de 65 años - grupo poblacional que ha crecido hasta en un 14%.

Suicidio en el crecimiento – Crecimiento económico

Lo más llamativo es que en ambos países se ha registrado un significativo progreso económico en el último lustro. Por lo que parecería, entonces, que el desarrollo de Montevideo y Santiago viene acompañado de factores incidentes y decisivos que disparan el gatillo de los suicidios.
Hebert Tenenbaum es director del programa de salud mental del ministerio de Salud Pública de Uruguay y explica que los “datos son preocupantes y llaman a tomar acciones”.
Las tasas son frías pero se corresponden con cifras de muertes reales: 539 uruguayos en el último año.
“Uruguay ha tenido un desarrollo económico y social muy importante en los últimos cinco años, con una tasa de desempleo récord y crecimiento del producto interno bruto. Sin embargo, la tasa de suicidios se mantiene”, dice Tenenbaum.
En términos económicos, de hecho, la situación de Uruguay ha mejorado de forma considerable. El gobierno del presidente José Mujica ha logrado la ecuación para que el país sudamericano alcance el ránking del índice latinoamericano de Desarrollo Humano de Naciones Unidas. Y no sólo eso, el crecimiento macroeconómico es sostenido y la economía interna del país se ha visto fortalecida con la consolidación de una clase media pudiente.
Tenenbaum sostiene, sin embargo, “que hay factores que tienen que ver con la salud y con la enfermedad. Nosotros siempre decimos que no se suicida cualquiera. O sea, que los factores sociales, en algún momento de la historia como durante la crisis del 29, por ejemplo, sucede. Pero, en general, las personas que se suicidan están vinculadas a algún tipo de historia de sufrimiento de patologías mentales graves. El consumo prolongado y crónico del alcohol, por ejemplo”.
Causas
La falta de expectativas, ideales o de un proyecto de vida serían los factores clave para explicar el alto porcentaje de jóvenes que deciden suicidarse –en Chile y Uruguay--, siendo el ahorcamiento el método más común.
Además, explica Hebert Tenenbaun que hay otros factores de crisis que tienen que ver más con determinadas situaciones vitales como la adolescencia. El caso de Niko López Sanz, un estudiante chileno, es revelador.
En una entrevista con RNW, Niko habla de que había caído “en una depresión terrible. No comía. No era yo. No podía reír. Incluso llegué al punto de querer acabar con mi vida, no quería seguir sufriendo más. Un día llamé a mi madre, recuerdo. Y le dije: Ya no doy más, sáquenme del colegio.
El bullyng que sufría Niko era tanto psicológico como físico. “Muchos de mis compañeros me agredían. Los profesores no estaban al tanto de la situación y no hacían nada. No recibí apoyo alguno de ellos ni de ninguna autoridad del colegio.
El bullyng era algo nuevo para ellos, no existía en ese momento y pensaban que en ese colegio no se presentaría la situación. Pero lamentablemente sucedió”, dice Niko.
Desde Valparaíso, este joven comenta que “el centro de la atención de mis compañeros era yo. Chile es un país muy discriminador. Tenía sobrepeso y eso también me jugó en contra. La gente se hace un estándar de la persona normal, y si estás fuera de esos parámetros, eres alguien extraño. Ahora estoy más tranquilo. Si puedo ayudar a alguien a partir de la experiencia que he vivido, lo quiero hacer. Fue una etapa muy difícil en mi vida pero está superada”.
Tenenbaun ratifica en que “hay un sufrimiento previo muy importante. Un sufrimiento que puede ser por una causa externa, el bullyng, o algún tipo de trastorno psíquico que no está siendo tratado. Por eso nosotros insistimos en que estamos capacitando a los equipos de salud de primer nivel de atención para que puedan detectar el riesgo suicida. Hay signos y alertas previos. Lo que hay que mirar es el sufrimiento psíquico que tienen estos jóvenes. Hay que estar atentos, y la educación es algo básico. Primero tenemos que saber identificar a un joven que está sufriendo, está deprimido o triste. Y luego derivarlo a un tipo de atención sicoterapeútica o siquiátrica. Personas que hacen un intento tímido deben de ser seguidos. Porque un intento lo va a reiterar”, sostiene Tenenbaum.
¿Podemos hablar de desarrollo?
Ante este panorama, es imposible hablar en términos de “fenómeno” cuando se aborda el delicado capítulo del suicidio juvenil en Chile y Uruguay. Se trata de un problema nacional y una clara advertencia sobre el tipo de desarrollo y progreso social y económico que ambos países vienen experimentando.
A pesar de tener historias tan distintas, hay realidades que no los hace distantes. El suicidio entre jóvenes en Chile y Uruguay responde al aumento de la desintegración social, la presión por el éxito, las frustraciones, hartazgos crecientes y angustias. Este cuadro, posiblemente, sea el mismo en otras naciones de un continente que está dando de qué hablar en materia económica.
Casi todo, quizás, puede ser analizado en términos de estadísticas, pero los muertos no pueden ser, simplemente, números. Chile y Uruguay, claramente, no han sabido crear las condiciones para que los jóvenes alcancen el éxito en sus sociedades. Es absurdo hablar de progreso cuando éste viene acompañado del suicidio de los más jóvenes.

Fuente: http://www.rnw.nl/espanol/article/perfil-suicida-chile-y-uruguay