martes, 15 de enero de 2013

Con el GNL Uruguay se asegura las reservas energéticas para el futuro


Economía y Mercado


ESTRATEGIA | COMO LA PLANTA TENDRÁ ESCALA REGIONAL, SE COMERCIALIZARÁ LA CAPACIDAD DE REGASIFICACIÓN QUE NO UTILICEMOS

En materia de energía, lo ideal es repartir las apuestas; no hay tecnología que asegure por sí sola la cobertura global


Marta Jara retornó a Uruguay el año pasado para ponerse al frente del proyecto de la planta de regasificación de gas natural licuado (GNL) de Puntas de Sayago. Afirma que una planta de esas características da mayor independencia que un gasoducto que nos una a una sola fuente. Asegura que se trata de un proyecto de dimensión regional y rechaza que "marche a ritmo lento". Espera que la planta esté funcionando en el verano 2014-2015 y explica que se está guiando a los privados que postulan para llevar adelante la obra, con el objetivo de acelerar el proceso. A continuación, un resumen de la entrevista.
-¿Cuál es la mejor estrategia para cubrir la mayor demanda energética global?
-La sabiduría está en diversificar. No se ha identificado una tecnología que sea claramente la ganadora, lo que se ve es la necesidad de repartir las apuestas.
También es una forma de no saturar ningún sistema. Por ejemplo, los aerogeneradores eólicos utilizan metales para su construcción que son escasos y por tanto el pasaje a ese tipo de estructuras no puede ser masivo; las plantas hidroeléctricas asimismo tienen su contracara en la navegación, por ejemplo. No hay ninguna energía que podamos decir que si nos dedicamos a ella abastecemos a todo el mundo sin generar problemas.


Un ejemplo interesante son los escandinavos, que aunque tienen recursos en hidrocarburos apostaron a la energía eólica. A su vez, en China instalan una planta de generación a carbón por semana. Nos puede resultar muy fuerte, pero son decisiones que se toman para dar acceso a la energía a gente que tiene la posibilidad de encender su primera bombita eléctrica. Para cada país las circunstancias son distintas, todo es un balance.
-Antes de proyectar la regasificadora, se planteó la posibilidad de instalar gasoductos integrados a la red de los productores de la región. ¿Hubiera sido una opción mejor?


-Desde el punto de vista estratégico, es más importante una planta regasificadora. Con una planta se diversifican las fuentes de obtención del recurso, lo que le da una flexibilidad que nunca se tendrá en un gasoducto que uniría al país con una sola contraparte, generando una dependencia que no es aconsejable.
Estuve del otro lado del mostrador en México, impulsando el proyecto para una empresa, mi responsabilidad es conducirlo de la mejor manera para el beneficio del país y estoy convencida que este es el mejor camino.
El gas en Uruguay
-¿Uruguay ingresa muy tarde en el sistema de regasificación de GNL?
-Hasta ahora no lo necesitamos. Si lo hubiéramos hecho dos o tres años antes quizá no estaríamos corriendo como lo hacemos ahora, pero Uruguay no había tenido un crecimiento económico tan fuerte.
-¿Podría haberse hecho antes?
-Sí, pero es difícil tomar la decisión porque nadie quiere preinvertir, ya que eso conlleva costos importantes. Ahora se asumió que es necesario afrontar una inversión de esa naturaleza para garantizar el crecimiento de la próxima generación. En los períodos de bonanza hay que utilizar los recursos para asegurarnos lo que vamos a necesitar en el futuro: el país tiene credibilidad, tiene recursos financieros y el cuello de botella energético está en el horizonte.
Cuando Shell México invirtió en desarrollar la adora de Altamira, tenía la necesidad de acceder a ese gas en un horizonte que no iba más allá de tres años. Había una estrategia detrás, sí, pero también urgencias. No sobró nada de tiempo.
Tiempos lentos
-¿El proyecto está demorando más de lo previsto?
-Es lógico que cuando un país decide lanzarse en este terreno se tome su tiempo. Generar los consensos, sobre todo cuando hablamos de recursos públicos, es muy difícil. Hay muchas prioridades para los dineros del Estado y asignarle recursos a algo donde los resultados no van a ser inmediatos, siempre es un tema difícil. Es saludable que un gobierno se tome suficiente tiempo, en cantidad y calidad, para tomar una decisión como esta. Ahora bien, una vez tomada hay que imprimirle el mayor ritmo posible.
Acá hay un aspecto muy importante. El proyecto en Uruguay tiene una dimensión regional y eso abre perspectivas interesantes. Le da escala al país y a su vez, se traduce en precios unitarios mucho más ventajosos. Se hizo el intento de llevar adelante este proyecto a través de una sociedad con Argentina, llegó un momento en que los tiempos se retrasaban demasiado, se reestructuró y se decidió que Uruguay, por intermedio de UTE y Ancap a través de Gas Sayago, llevaran adelante el emprendimiento. Habrá otro esquema, comercializaremos capacidad de regasificación que eventualmente no estemos usando, eso se va a aprovechar y el principal mercado sigue siendo Argentina, no ya como socio, sino como cliente.
-¿No se había planteado desde el principio un "plan B" para el caso de que Argentina no acompañara?
-Cuando uno genera infraestructuras, ni siquiera puede prever todas las oportunidades que pueden venir con eso. Si alguien pensaba en la conveniencia de instalar un proyecto de generación de energía para Uruguay, seguramente lo descartaba rápidamente, pero se abren muchas posibilidades en la actualidad. Se puede utilizar para una industria que se instale en el país y sea gran demandante de energía, podemos comercializar el gas en Argentina, podemos generar electricidad y venderla, hay muchas alternativas.
Hay muchas variables que no se controlan, la geopolítica, los precios, etc. Quienes estamos al frente de proyectos de este tipo, identificamos los riesgos y tratamos de generar estrategias que funcionen.
-¿Resulta más complejo por tratarse de una tecnología nunca planteada en el país?
-Estos proyectos siempre son complejos por donde se los mire, la regulación, la inversión, la tecnología o la operativa. Cuesta alinear esos objetivos y ver de qué manera uno por uno se van entendiendo los riesgos y cómo se mitigan, identificando qué parte de los actores que participan los va a asumir porque es la que los puede controlar. Son etapas que llevan tiempo y son poco visibles. Este proyecto no se diferencia de otros que conocí, en cuanto al tiempo y los pasos que se deben cumplir.
-¿Estamos en los plazos previstos en el cronograma?
-Los consorcios que se presentaron al llamado están trabajando; es un proyecto que tiene muchos elementos, con muchos años de servicio por delante y como hay que entender todos los riesgos y ver quién los toma, estamos trabajando junto a las empresas. Dejamos que cada una elabore, pero las orientamos buscando un óptimo que nos sirva. Se trata de que hagan ofertas de la forma más acabada posible y se puedan ejecutar rápido, en lugar de que nos entreguen cosas muy maduras y después vengan las sorpresas y eso impacte en el precio y los plazos.
Esperamos las ofertas en el mes de marzo; después viene una etapa de permisos ambientales que ya estamos empezando a preparar. Hay cosas en las que podemos avanzar y otras habrá que integrarlas con la información del proyecto que gane. Vendrá el dragado, la construcción de la escollera, las instalaciones de regasificación y al final, llegarán los barcos para el almacenaje flotante.
Estamos planeando para el verano 2014-2015 la finalización de las obras y la puesta en marcha de la planta. Es un objetivo que dependerá también de los plazos de obra que nos ofrezcan los consorcios que están en carrera. Tuvimos la posibilidad de elegir socios y poner la barra bien alta, los que quedaron son de muy buen nivel.
Gran impacto
-La planta se ha definido como de "escala regional". Si no se vende a Argentina los excedentes serán importantes…
-El proyecto en sí no es más grande que otros que he dirigido pero su impacto será mucho mayor: es la única entrada confiable de gas en Uruguay, la apuesta que ha hecho el país para tener la reserva de energía que necesita.
La que se montará en Puntas de Sayago será una planta con capacidad de hasta 10 millones de metros cúbicos. Es la reserva de energía que el país necesita. Si actualmente se utiliza menos, se producirá menos, eso no es un problema.
La gran demanda del gas será termoeléctrica, para la central de ciclo combinado de Punta del Tigre de UTE; después hay posibilidades de reconvertir otras plantas de generación más pequeñas y además aplicaciones que pueden ser interesantes y que en el mundo se están estudiando, como el transporte. Buquebus compró un barco que puede funcionar con GNL. También puede llevarse en camiones o barcazas, como un gasoducto virtual, suministrando este producto en algunos puntos del interior donde se pueden desarrollar nuevos mercados. Con el transporte de pasajeros, hay países que están trabajando con flotas de transporte pesado con gas licuado, no comprimido, son todas posibilidades a desarrollar.
Por otra parte, si bien se están construyendo muchas plantas de regasificación en el mundo, no hay riesgo de abastecimiento para la que va a tener Uruguay; los volúmenes que podemos manejar en nuestro país son absolutamente marginales para el mercado mundial, por lo tanto, a precios de mercado, no tendremos inconveniente para obtener el producto.
Vuelta al país
-¿Qué motivó su retorno, cuando ocupaba cargos de alta responsabilidad en un mercado mucho más desarrollado que el nuestro?
-Son etapas de la vida. Mi carrera en Shell fue muy importante, me ayudó a crecer, a conocer el mundo, llegué a un puesto que disfruté mucho y me tocaron etapas muy importantes desde el punto de vista profesional. Con Shell estuve en cuatro países, en casos donde uno arma su estructura de trabajo, su red profesional, se mete de lleno en el tema y en cuatro o cinco años arma las valijas nuevamente. Eso va desgastando. Cuando empecé a mirar para una próxima etapa, sentí que quería recuperar el sentido de la pertenencia. En Uruguay solo viví siete años y viendo la etapa en que está el país, es fantástico que el desafío sea que no alcanza la gente y hay que traer a quienes puedan sumar sus conocimientos.
El retorno a Uruguay fue con la perspectiva técnica de desarrollar algo que ya conocía: ¿lo hago para un accionista de una empresa en Holanda como hasta ahora o lo hago para mi país?, me pregunté. Eso fue lo que me terminó de decidir. Todo lo que aprendí lo puedo aportar acá en Uruguay y me dará mucha satisfacción.

El gas natural es "la estrella" de la transición hacia los renovables

-¿Con qué combustibles compite directamente el GNL?
-A corto plazo, con el diesel, hay muchas plantas que son duales o se pueden reconvertir. A más largo plazo, compite con el carbón con grandes ventajas: el carbón tiene desafíos de logística muy difíciles, con ciclos de inversión mucho más largos y además las plantas de energía limpia a partir de carbón son significativamente más caras. Por tanto, la expectativa del gas es que se convierta en el gran combustible de esta era. Desde el punto de vista económico, es más eficiente, y por lo tanto más barato que el petróleo.
-Se dice que el gas natural es el combustible de transición, ¿es así?
-Correcto, pero una transición que va a ser bastante larga, tomando en cuenta las necesidades que crecen en el mundo y las posibilidades de desarrollar energías renovables. Es la forma de ir descarbonizando el sistema energético, moviendo el mundo hacia el consumo del gas. No es sencillo, porque tiene que haber un balance entre abastecer la demanda, con el ritmo que tiene que ser abastecida, a precios razonables y buscando un equilibrio respecto del impacto ambiental.
-Sin embargo, hay quienes pronostican que el petróleo seguirá siendo el combustible más utilizado…
-Se acabó definitivamente el petróleo fácil. El gas es el combustible fósil con menores huellas de carbono. Tiene una plusvalía de eficiencia que no tiene el combustible líquido y en cuanto al aire, no presenta contaminantes. Esa transición está en proceso desde hace tiempo. La empresa de la que yo vengo (Shell) tiene actualmente mayores reservas de gas que de petróleo. Las empresas avanzan en esa dirección, entre otras cosas, porque el petróleo más fácil de obtener ya se ha obtenido y ahora la extracción y producción necesita de mayores inversiones, riesgos e impacto ambiental.
Todas las proyecciones nos muestran que el gas natural sigue creciendo, que la predominancia del petróleo va a bajar y que habrá un menú mucho más variado de opciones, entre ellas, el gas será el de mayor crecimiento.
-¿La mejor opción son las energías renovables?
-Evidentemente ofrecen el mejor panorama en cuanto al bajo impacto ambiental, pero hay que compensar los demás aspectos de esa ecuación, y es en ese balance donde el GNL ocupa un lugar que genera muchas expectativas.
Uruguay es un país privilegiado. Tiene un gran potencial hídrico, está comenzando a aprovechar su potencial eólico, y en ambos casos, son energías con costos variables muy bajos. Pero es claro que hace falta energía firme, en grandes cantidades, y para eso está el gas natural.

La explotación a gran escala en Estados Unidos cambió el mercado

-¿Cuándo empieza la historia del gas natural licuado como combustible?
-El primer GNL salió de Argelia en 1964. Era una tecnología piloto, insumía grandes inversiones y una apuesta geopolítica muy fuerte. Como toda tecnología innovadora, en aquel entonces se percibía como un riesgo muy importante, sobre todo comercialmente, ya que no había infraestructura disponible para ello en muchos lugares. Por tanto, se desarrollaban cadenas de comercio muy limitadas. Para lograr financiar los proyectos y generar esas inversiones, se necesitaba un productor muy creíble, que pudiera aportar la tecnología y llevar adelante un proyecto prolijo y bien desarrollado, y por otro lado un mercado que se comprometiera a amortizar una infraestructura durante 15-20 o 30 años. Actualmente hay grandes reservas de gas en Qatar e Irán, también en Estados Unidos y Australia. No en todos los casos se encuentran cerca de los mayores mercados consumidores, pero la tecnología de licuefacción permite reducir el volumen de gas 600 veces, lo que posibilita que se pueda cargar en un barco y enviar a grandes distancias.
-A principios de los años 2000 usted dirigió la instalación de la primera regasificadora de Latinoamérica...
-Estábamos en una nueva etapa de desarrollo del uso de ese combustible, que desde Estados Unidos se extendió a México, donde participé del primer desarrollo en Altamira, en el Golfo de México. A principios de esa década, México comenzaba a desarrollar sus planes de incremento de generación de energía eléctrica y la instalación de plantas de ciclo combinado. Para instalar esas plantas, tiene que haber certezas de que habrá gas para utilizar. Al principio, Shell se acercó muy tímidamente a esas iniciativas, tratándose de un proyecto vinculado al gas natural, en un país que ya tiene petróleo y donde muchos se preguntaban si podía ser un proyecto interesante.
-¿Qué cambió en el mercado con la irrupción del "gas de esquisto"? (N de R: yacimientos no convencionales, a gran profundidad, que requieren de métodos de extracción más avanzados).
-Estados Unidos pasó de tener la expectativa de ser un enorme importador, a dejar de comprar en el exterior. La infraestructura montada en su momento para regasificar pudo ser reversible para transformarse en plantas de licuefacción y facilitar la salida del gas. Además, aparecieron recursos que resultaron una contribución muy grande al mercado de GNL, no solo en términos de volumen, donde Estados Unidos se aseguró el suministro para varias generaciones, sino también en el impulso que esta actividad encontró en un país donde si las oportunidades están, los negocios se hacen.

Ficha técnica

Uruguaya, a los 7 años dejó el país y vivió en Argentina (donde estudió Ingeniería Química), Alemania, Italia, Inglaterra (donde obtuvo un Master en Gestión Financiera Estratégica), Venezuela y México. Trabajó 21 años para Shell. Fue presidenta de la compañía que desarrolló la primera terminal regasificadora en Latinoamérica (México 2003), y fue rankeada entre las 50 mujeres más poderosas de México. En agosto de 2012 retornó a Uruguay para asumir la Gerencia Técnica de Gas Sayago S.A.

Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/economiaymercado/con-el-gnl-uruguay-se-asegura-las-reservas-energeticas-para-el-futuro/ecoymer_688232_130114.html