El oscarizado cantautor uruguayo protagoniza La suerte en tus manos, dirigida por Daniel Burman, que se estrena el viernes Valentín Trujillo - 29.03.2012,
Jorge Drexler es manya y antenoche le tocó sufrir la derrota contra la Uchi. Vio el partido en el restorán La Negra Tomasa, en el Buceo, comiendo fainá junto a sus hermanos. La pasión aurinegra no es lo único que comparte con el resto de sus hermanos. Son todos médicos todos ejercieron por un algún tiempo la medicina. A todos les gusta el surf y lo practican juntos. Y, claro, todos sienten una pasión irrefrenable por la música. “Somos una familia bastante mimética”, remarca Drexler.
Jorge Drexler
Pero Jorge, como ninguno de sus hermanos, protagonizó un largometraje. Se trata de La suerte en tus manos, dirigida por el argentino Daniel Burman, que se estrena en Uruguay este viernes. Drexler y Burman llegaron a Montevideo para la promoción del filme, luego de presentarla en Córdoba, Rosario y Buenos Aires.
El actor menos pensado
Como la mayoría de las películas de Burman (El abrazo partido, Derecho de familia), el protagonista es un hombre judío que ronda los 40 años, que debe lidiar con el legado paterno, su estructura familiar y el amor reencontrado. “Estaba en Barcelona viendo a Jorge (Drexler) y me di cuenta de que frente a 5 mil personas les hablaba con una espontaneidad increíble. Dejé de escuchar la música y comencé a ver en su cara a mi protagonista”, contó Burman a El Observador.
“Daniel me engañó, me dijo que solo tenía que estar sin hacer nada, tal como soy yo. No soy un actor, pero cuando vi el resultado quedé conforme con mi desempeño”, dice Drexler, quien tuvo a Valeria Bertucelli como su contracara femenina, y a Norma Aleandro y Luis Brandoni en los papeles secundarios.
La suerte en tus manos es una comedia romántica que tiene sus aciertos y sus flancos débiles, como varias inconsistencias en el guión, pero que encuentra en la sorpresiva actuación de Drexler uno de sus puntales. ¿Por qué sorpresiva? Porque el espectador se encuentra con que su cara -que tiende a ser socialmente simpática- y su voz de dicción suave y agradable, se transforman y son capaces de hacer creíbles sentimientos complejos, para alguien que se define como “no actor”.
Dos ejemplos de esto. Uno: al inicio de la historia, Uriel, el personaje que encarna Drexler, se realiza una vasectomía. Antes de la operación, con Uriel ya en la camilla, hay un primer plano que llena la pantalla donde Drexler realiza un nervioso monólogo de su relación con las mujeres. La dicción es tan rápida que parece un rap (Drexler practicó el monólogo con un metrónomo acelerado).
Según explica Burman, una de las claves de montaje para potenciar la actuación de Drexler fue el uso del jump-cut: cortes sin moviemiento sobre el mismo plano.
De esta forma se genera una situación woodyallenesca muy cómica. Pero en la escena siguiente Uriel sale de la clínica, luego de la intervención, y la carga del rostro de Drexler tiene el peso del drama de un hombre que sabe que ya no volverá a generar vida. Nada fácil para un primerizo.
Dos: Uriel y Gloria (Bertucheli) se reencuentran de casualidad en un parque acuático. Se suben a unas enormes burbujas de plástico y caminan por encima de la superficie de una piscina, intentando comunicarse cada uno desde dentro de su propia burbuja. Una situación trivial muestra un contenido metafórico del momento de los personajes. “Es una de mis escenas preferidas de la película”, confiesa Burman.
Del micrófono al “acción”
Para Drexler, la experiencia de filmar una película representó varios desafíos a la vez, y la casualidad (o la falta de ella) con la que trata el argumento jugaron su parte.
Unos días antes de comenzar el rodaje, Drexler se fracturó el peroné y debió filmar con esa dificultad. Además, uno de los rasgos definitorios de Uriel es su pasión por el póquer, un juego que no le agrada demasiado a Drexler. “Tuve que practicar semanas y semanas, desde los chip tricks (hacer bailar la ficha entre los dedos) hasta la lógica interna del juego, que tiene cierto paralelismo con la vida. Uno llega al mundo con las cartas dadas, pero al final del juego, uno gana o pierde como resultado de lo que hizo con esas cartas que recibió”, afirma el cantautor devenido en actor.
Termina la entrevista. Drexler sonríe de manera educada. Pero detrás de esa sonrisa hay otra cara: la que aprendió a usar para actuar.
Fuente: http://www.elobservador.com.uy/noticia/221322/drexler-y-la-pantalla-grande/