Las uvas Tannat y Martelán marcan la diferencia en los viñedos uruguayos
GIULIANA CHIAPPE | EL UNIVERSAL
sábado 1 de diciembre de 2012 12:00 AM
Como una franja de uva se extienden los viñedos al sur de América entre los paralelos 30 y 35. Chile, Argentina y Uruguay despliegan sus cultivos en el borde sur del mundo.
La diferencia entre los vinos producidos por los tres países, las hace el clima. Los uruguayos revelan unas cepas poco comunes en Chile y Argentina, porque se adaptan a las lluvias constantes, la cercanía del océano, la ausencia de desierto y las temperaturas menos extremas que en los países vecinos.
Santiago Deicas estuvo en Venezuela para hablar de estas cepas y de lo que produce Familia Deicas, el viñedo que fundó su abuelo. Se trata de expresiones embotelladas de uvas Tannat y Martelán, que se identifican con Uruguay, combinadas en ocasiones con cepas más conocidas en el mercado local, como Syrah, Merlot y Cabernet, entre otras.
La afinidad de la cepa Tannat con Uruguay va más allá del clima. Armoniza a la perfección con su comida favorita: la carne. "En Uruguay somos 3,5 millones de personas y 25 millones de vacas", refleja Deicas. "Consumimos carne, cuatro o cinco veces por semana. Todos los apartamentos tienen un 'asado' (parrilla) en el balcón y se usa incluso al mediodía de un día laboral", describe.
En los viñedos de Familia Deicas, extendidos en los suelos de la población de Juanicó, se producen las líneas Pueblos del Sol, de varietales; la de reserva Don Pascual (en honor a Pascual Arriague, quien introdujo la cepa Tannat a Uruguay) y Preludio, los vinos premium de la casa, además de un licor de Tannat, hecho con el mismo método del oporto pero con la cepa uruguaya. Todos los vinos, incluso los más económicos, cuentan con un proceso de cosecha a mano.
Santiago Deicas asegura que los Gran Reserva de Preludio, el producto orgullo de la bodega, son vinos que mejoran con el tiempo, aumentando su valor. De la primera añada, de 1992, aún se conservan botellas cuyo valor ronda los 1100 dólares, según afirma. De hecho, Preludio sale al mercado con unos cuantos años encima: los dos de guarda en barrica de roble francés más tres de reserva en bodegas subterráneas, lo que aumenta la expresividad de las uvas.
"Los vinos de clima seco no se pueden guardar tanto tiempo", dice Deicas, quien añade que, a su juicio, los buenos vinos caldos chilenos apenas aguantan cuatro o cinco años en las bodegas, después de embotellarse.
Además de dejar sensaciones en nariz y boca poco comunes al venezolano, la cepa Tannat -oriunda del suroeste francés- apunta otras ventajas, según Santiago Deicas: contiene dos veces y media más polifenoles que otras uvas.
La diferencia entre los vinos producidos por los tres países, las hace el clima. Los uruguayos revelan unas cepas poco comunes en Chile y Argentina, porque se adaptan a las lluvias constantes, la cercanía del océano, la ausencia de desierto y las temperaturas menos extremas que en los países vecinos.
Santiago Deicas estuvo en Venezuela para hablar de estas cepas y de lo que produce Familia Deicas, el viñedo que fundó su abuelo. Se trata de expresiones embotelladas de uvas Tannat y Martelán, que se identifican con Uruguay, combinadas en ocasiones con cepas más conocidas en el mercado local, como Syrah, Merlot y Cabernet, entre otras.
La afinidad de la cepa Tannat con Uruguay va más allá del clima. Armoniza a la perfección con su comida favorita: la carne. "En Uruguay somos 3,5 millones de personas y 25 millones de vacas", refleja Deicas. "Consumimos carne, cuatro o cinco veces por semana. Todos los apartamentos tienen un 'asado' (parrilla) en el balcón y se usa incluso al mediodía de un día laboral", describe.
En los viñedos de Familia Deicas, extendidos en los suelos de la población de Juanicó, se producen las líneas Pueblos del Sol, de varietales; la de reserva Don Pascual (en honor a Pascual Arriague, quien introdujo la cepa Tannat a Uruguay) y Preludio, los vinos premium de la casa, además de un licor de Tannat, hecho con el mismo método del oporto pero con la cepa uruguaya. Todos los vinos, incluso los más económicos, cuentan con un proceso de cosecha a mano.
Santiago Deicas asegura que los Gran Reserva de Preludio, el producto orgullo de la bodega, son vinos que mejoran con el tiempo, aumentando su valor. De la primera añada, de 1992, aún se conservan botellas cuyo valor ronda los 1100 dólares, según afirma. De hecho, Preludio sale al mercado con unos cuantos años encima: los dos de guarda en barrica de roble francés más tres de reserva en bodegas subterráneas, lo que aumenta la expresividad de las uvas.
"Los vinos de clima seco no se pueden guardar tanto tiempo", dice Deicas, quien añade que, a su juicio, los buenos vinos caldos chilenos apenas aguantan cuatro o cinco años en las bodegas, después de embotellarse.
Además de dejar sensaciones en nariz y boca poco comunes al venezolano, la cepa Tannat -oriunda del suroeste francés- apunta otras ventajas, según Santiago Deicas: contiene dos veces y media más polifenoles que otras uvas.
Fuentes: http://www.eluniversal.com/vida/121201/las-cepas-unicas-de-uruguay